P. Valenciano.La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) certifica el ascenso de Podemos, la formación de Pablo Iglesias, hasta convertirse en la tercera fuerza política en España, doblando a Izquierda Unida y a pocos puntos del Partido Socialista, y certifica el hartazgo de los españoles con la corrupción, uno de los dos graves problemas junto al desempleo. Vamos, que estamos hasta los mismísimos cojones, con perdón. Fruto de tamaño hartazgo, Podemos ha sabido conectar con los descontentos con tanto ladrón de guante blanco.
En febrero de 2013 escribí en esta misma sección que España se estaba italianizando, a la espera de un Beppe Grillo que capitalizase el voto de tantas personas desahuciadas y tantos miles de indignados con el paro y la corrupción, dos de los emblemas de España en los últimos años. Al final, el Beppe Grillo español no es humorista, pero sí contertulio televisivo y ha cambiado la voz en grito por un hablar pausado adornado por la coleta más famosa del mundo, todo un símbolo.
El espectacular crecimiento de Podemos es la consecuencia de lo que el CIS venía advirtiendo en los últimos años: la gran preocupación por el desempleo -más pobreza, muchos desahucios- y por la corrupción -tres ejemplos: los vergonzantes EREs de Andalucía, la Gürtel y sus ramificaciones y el clan Pujol en Cataluña-. El Sistema ha fallado en una doble vertiente: la lucha contra el paro y la lacra de la corrupción y la sociedad ha encontrado en Pablo Iglesias una especie de Salvador, de Superhéroe que acabará con los villanos. Lo mejor de todo es que lo que está sucediendo ahora y lo que vendrá en los próximos años ya ha ocurrido en otros países de nuestro entorno, con otros Pablos Iglesias, como en Francia, el ya comentado ejemplo de Italia o Grecia. Sólo falta Portugal, para que los PIGS de la ruina económica hagan pleno al quince.
No quiero incidir en Podemos porque es un fenómeno en construcción al que le queda mucho camino hasta convertirse en lo que ellos califican como 'casta', -con sus virtudes y sus defectos- y está por ver su previsible éxito electoral en qué queda en las municipales y autonómicas antes que en las nacionales y cómo se introduce en los gobiernos. Lo único que les deseo es suerte y que no repitan los errores de aquellos que tan duramente critican ahora.
Pero no me gustaría terminar esta columna sin una breve reflexión sobre la corrupción: es, sin duda, el cáncer de la democracia y de este país, arruinado principalmente por los desmanes cometidos en los últimos años. Es necesaria una justicia con más medios, independiente, que actúe más rápida y diligentemente, para acabar con un sistema corrupto que está cada día más al descubierto y que no afecta sólo a partidos políticos, sino también a algunos empresarios y funcionarios. En numerosas ocasiones los tres estamentos van de la mano. ¿Pongo algún ejemplo? Las penas deberían ser mucho más severas para evitar la tentación o, para que el que la haga, que la pague bien: devolviendo todo lo robado para poder salir de la cárcel o, de lo contrario, pudrirse en ella.
El último gran escándalo ha sido el del Molt poc Honorable ex president de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol. Si las cifras que se están publicando son ciertas, la familia de los Pujol han amasado una fortuna que va mucho más allá de una simple herencia. Con la caída en desgracia del que fue un símbolo y un hombre de Estado, se acentuará el hundimiento de CIU en Cataluña. Las noticias que se están publicando perjudican al partido que ha gobernado tres décadas en esta Comunidad Autónoma y su deriva independentista. Estoy convencido de que no es casualidad que sea a pocos meses de la consulta cuando ha eclosionado el caso Pujol. Que para algo están los Servicios Secretos. Y una última duda: ¿Acaso no querrían los de CIU una Cataluña independiente para convertirla en un paraíso fiscal para que el Padre Fundador no tuviera que hacer tantos viajes a Andorra y Suiza, que el hombre ya está mayor?
Feliz verano.
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