La emblemática calle de la Paz, una de las más transitadas por los turistas. / elvira folguerá Por suerte, queda ya muy lejos aquel humillante cartel a la entrada de València que decía exultante: “Visite Valencia en media hora”. Eran los 80 y se suponía que era una ventaja molestar lo menos posible al turista que pasaba por aquí, que ya bastante hacía con dignarse a visitarnos. Aunque fuese media hora.
Hoy, València es un destino de proyección internacional que, según datos oficiales de Turismo Valencia, el pasado año 2018 recibió a más de dos millones de visitantes con un total de 4.900.000 pernoctaciones. Mucho han cambiado las cosas, por fortuna, aunque todavía queda mucho por recorrer, tal y como reconocen fuentes oficiales. Aún quedan lejos los objetivos marcados en el Plan Estratégico del Turismo de la ciudad para 2020.
El quid básico de la cuestión se centra en el turista internacional. Los destinos que mejor funcionan son los que tienen más público internacional. València se encuentra actualmente en un 65% de visitantes foráneos (de los cuales el 69% son franceses y el 68% británicos). Lo ideal sería llegar al 80%. Pero, ¿qué estrategia como ciudad se está siguiendo para conseguirlo?
CÓMO NOS PERCIBEN
Lejos de entrar a valorar las acciones concretas que se estén llevando a cabo, fijémonos en lo que en márketing se conocen como ‘insights’. Es decir, cómo nos perciben nuestros clientes potenciales. La imagen que tienen de València como destino turístico. Hagamos un pequeño ejercicio de observación.
La rentabilidad turística sigue por debajo de la media nacional (60 frente a 84 euros). Por cada día que pasa un turista en Valencia, gasta 24 euros menos que si estuviera en otro destino de España.
Muchos dicen que no nos conviene que el aeropuerto de Manises sea nudo importante de compañías de bajo coste como Ryanair. Pero, ¿quién no viaja hoy en día en una de estas compañías? ¿O su público son solo adolescentes que buscan emborracharse en su destino? Discrepo.
¿Será la proliferación de los apartamentos turísticos la que ejerce un efecto llamada de turismo ‘low cost’? El Ayuntamiento saca pecho de no haber dado una licencia nueva en seis meses a estos alojamientos. No creo que sea algo de lo que vanagloriarse. ¿No sería mejor arremangarse para legislar y trabajar para poner los medios necesarios para que este tipo de alojamiento sea una opción más que se integre sin daños colaterales en la oferta de la ciudad? Si alguien aun cree que los usuarios de apartamentos turísticos son clientes con bajo poder adquisitivo, es que está fuera de la realidad y desconoce los nuevos hábitos de consumo.
Y qué decir del transporte. Nuestros visitantes se encontrarán con trabas para contratar servicios como Uber o Cabify, y serán empujados a utilizar taxis que, salvo honrosas excepciones, distan mucho de ser nuestra mejor carta de presentación. Tampoco podrán optar por patinetes de alquiler como en Madrid. Suerte que nos quedan las motos compartidas… al menos de momento. Y las bicis, claro. Su vinculación a un alto consumo siempre ha estado estrechamente vinculada.
Cuanto antes nos demos cuenta todos de que, ahora, el turista que llega a València no necesariamente busca naranjas, horchata, Fallas o paella mejor nos irá a todos. En 2012 dos turistas italianos nos mostraron el camino con este vídeo. ¿Visionarios? No lo creo. Basta con observar a tu cliente potencial para entender lo que quiere. Tenemos todos los ingredientes necesarios para ser una potencia turística sin perder nuestra esencia, caer en la gentrificación o convertirnos en un parque temático para turistas. ¿Seremos capaces?
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