Jaime Navarro. /EPDA O del tan castizo "Parte" que decía mi añorado suegro, que en paz descanse: " - Calleu xiquets, calleu, que donen "El Parte"... Chusquero... vestigio de la guerra entre hermanos que habíamos sufrido una vez más entre nuestras españas.
Que como es sabido ahora nuestra simpática portavoza del magnífico gobierno de Pedro Sanchez, también conocido por "Antonio" allende nuestras fronteras, nos plantea, un tanto acalorada, que el gobierno ha de volver a dar su versión sobre los hechos que se suceden, como siempre a la velocidad del vértigo. Faltaría más.
Es por esto que a partir de ahora y como una consecuencia más de la gloriosa ley de memoria por fin recién estrenada y por ensalmo, volveremos a aquellos casposos años en que los españolitos en todos o mejor dicho en el único medio de comunicación pujante, por fin nos enteraremos de como eran y son los sucesos. En realidad.
No vaya a ser que con el esfuerzo económico tan encomiable que hace nuestro docto ejecutivo, en el laborioso ministerio de información y turismo que hoy capitanea un tal Buñuelos, perdón Bolaños, sea vilmente dilapidado y por cientos de millones de euros (que no pesetas, no se vayan ustedes a confundir con tantos entrañables recuerdos...). Y que al fin y a la postre nos quedemos, pobrecitos, sin saber la verdad. De la buena se entiende.
Que a lo que se ve no ha sido bastante con doña Ana Pastor y su imprescindible "newtrola". Ni con los fondos de reptiles que como la tradicional amistad hispano-árabe no suelen fallar. Ni con la EFE. Por más que con ellos se ha regado generosamente a diestro y siniestro. Para garantizar, cómo no, otro derecho: el sacrosanto e irrenunciable derecho a la información. Vamos.
Pues ahora ya no errarán. Y siguiendo nuestra
infalible memoria histórica, directamente "míster bulos", buñuelos para los amiguetes, será el que cada seis horas desde el cuartel general de Moncloa, nos facilitará el parte. Y gracias a Dios por fin sabremos lo que acontece.
Que al fin y al cabo y como dijo Clausewitz la política es la guerra. Por otros medios. Y en el 2023 hay muchos que se juegan no sólo la vida, si no también la camisa. Que de lejos es mucho más importante. Vale.
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