Jaime García.Había
esperanza de final feliz, pero no han tenido razón los augures. Los
actores han hecho el ridículo más espantoso. Se han mofado del
público. Algunos ponían cara de vengadores justicieros .Habían
tirado la piedra y ahora escondían la mano al estilo villano.
El público
abandonaba la sala con la promesa de no volver. Unos maldecían a
los actores y la otra parte llevaba el desencanto en su rostro. Nadie
esperaba que el joven galán, Sánchez por nombre, llegase a tanto.
Ni San Pedro dijo tantas veces “no.”Lo gracioso es que un grupo
de jóvenes bisoños, inexpertos, aplaudían enloquecidos, diciendo:
si queda carne en el plato es porque aquí falta un gato.
¿Es
posible, comentaban algunos, que el galán llegara a tanto?...Se le
ha contagiado la fiebre venezolana. España le importa un rábano. O
César o nada, repite constantemente el Sr. Sánchez, a pesar de
que pierde lo que es seguro y se mete en lo que es incierto. .Más
que una investidura, fue una “embestidura” a placer. ¡Qué
palabras se oyeron, Dios mío!. El acto fue un duelo en toda regla:
insultos, odios, burlas, sornas, risas…que si la sanidad va por los
suelos, que si todo son recortes, que la política de Rajoy es de
trancas y barrancas…y a rio revuelto, ganancia de pescadores. Su
gestión, se dijo, es una suma letal de corrupción.
El Sr.
Martín Prieto dice: “El partido corrupto por antonomasia es el
PSOE. Fue el primero en ser condenado en sentencia firme por
financiación ilegal”. Les digo que la copa de la corrupción
sigue estando en las vitrinas del PSOE. No olviden que Ministros del
PSOE fueron a la cárcel y recuerden el caso del Sr. Roldán. Me
abstengo de hacer comentarios de los Eres de Andalucía. El
refranero es sabio y nos dice: “El que tenga nariz, jamás llame a
otro mocoso.”
¿Y
ahora qué?... ¿Vamos hacer otro sainete?... Los saltimbanquis de
nuestra Constitución, prestos a representarlo. Podemos ha dicho:
Es necesario recuperar los principios republicanos para no instalarse
en el conservadorismo. Cómodamente sentados esperamos que se abra el
telón. Ignoramos realmente qué sainete nos han preparado. Aunque
por el olfato se adivina el plato.
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