Juan Benito Rodríguez Manzanares. EPDA Valencia rebosa historia a la
vez que cuenta con un patrimonio histórico de los más grandes a nivel mundial,
de hecho, España es el segundo país del mundo que más Patrimonio tiene según la
Organización de la Ciudades del Patrimonio Mundial (OCPM), sólo supera por
Italia con su «Ciudad eterna» como estandarte de ello.
Mas, en Valencia, aprovechando
que estamos dentro del Año Jubilar, que comenzó el 25 de octubre de 2020 bajo
el lema «Cáliz de la pasión» y concluirá el 28 de octubre de 2021, es el
momento más adecuado para hablar sobre una de las reliquias más grandes de la
cristiandad, el Santo Grial, la copa de suave y pulida calcedonia que, según la
tradición cristiana es con la que Jesús de Nazaret realizó la Última Cena con
sus apóstoles antes de que fuera apresado y con ello, diera comienzo su Pasión.
Tras esa última cena en libertad
de Nuestro Señor Jesucristo, Pedro (¿?-67), quien pasaría a la historia como
San Pedro, salvó la Copa de Bendición de todo mal, resguardándola en Roma de
cualquier peligro, y en esa ciudad estuvo a buen recaudo durante dos siglos,
hasta que el cruel e impío emperador Valeriano (200-260) persiguió con saña a
los cristianos y sus más preciados bienes.
Pero el virtuoso papa Sixto II
(¿?-258) presintió que el Santo Grial estaba en peligro si continuaba en Roma.
Así pues, buscó entre la cristiandad a una persona que mereciera ser el
portador de la Copa de Bendición para poder salvarla de todo mal, y sus
plegarias le encaminaron hasta Lorenzo de Roma, el cual ha pasado a la historia
como San Lorenzo mártir (ca.225-258). San Lorenzo era uno de los siete diáconos
regionarios de Roma, ciudad donde fue martirizado y quemado en una parrilla
cuatro días después del martirio del papa Sixto II, exactamente el 10 de agosto
de 258. Pero aún así, tuvo tiempo de encomendar la Copa de Bendición a
Perecelio, el cual consiguió sacar la reliquia de Roma.
De esta manera, el Santo Grial
llegó a España, a Huesca, donde de nuevo, estuvo escondido durante varios
siglos en la casa del santo, hasta que los sarracenos invadieron España en el
siglo VIII, y con ello el obispo oscense ocultó el Santo Grial en los Pirineos.
Mas, pasado el peligro, el Santo Grial volvió a Huesca, al monasterio de San
Juan de la Peña, donde estuvo hasta 1399, año en que fue trasladado al
majestuoso palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde fue entregado al rey
Martín I de Aragón (1356-1410) llamado «el Humano» o «el Viejo», pues este rey
era un fiel y devoto cristiano.
Más, en 1437, el rey Alfonso V
de Aragón (1396-1458) llamado «el Magnánimo» o «el Sabio», entregó a la
Catedral de Valencia esta singular y única reliquia, convirtiendo de esta
manera a Valencia en la Sede Espiritual de la Corona de Aragón. Y desde ese momento
el Santo Grial ha permanecido en Valencia.
Ahora bien, la copa de
calcedonia pulida que es una de las mayores reliquias de la cristiandad, está
siempre su relicario, el cual es un soporte que consta de una base con numerosa
pedrería incrustada, de la cual emerge un pequeño cuerpo al que están unidas
dos asas en forma redondeada, y al lado opuesto de la base hay un soporte para
que descanse en el la Copa de Bendición.
El Santo Grial con su relicario,
está situado en el centro de lo que fue la puerta del Coro de la Catedral, que
ahora se encuentra el interior de la llamada Capilla del Santo Grial,
construcción que, situada a la derecha de la Catedral, en un principio fue la
Sala Capitular, la cual tiene planta cuadrada con paredes lisas.
Como apunte histórico extra,
comentar que cuando el rey Alfonso V de Aragón tras conquistar Nápoles y
establecer en esa ciudad italiana su Corte, hizo decorar el Castillo Nuevo con
la iconografía de la Copa de Bendición, causando a todos los contemporáneos una
gran admiración esta bella y singular decoración.
Es preceptivo comentar que, como
valenciano es un orgullo tener en mi ciudad natal esta emblemática reliquia, la
cual está reconocida ampliamente como la copa original que sostuvo Jesús en sus
manos en la Última Cena.
Para todas las personas que
visiten Valencia, deleitarse con la Catedral debe ser una parada ineludible, y
dentro de ella, extasiarse con la contemplación del Santo Grial, todo un
inmenso gozo.
Valencia es sinónimo de cultura,
tradición y patrimonio.
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