Captura de pantalla del comentario de óscar Puente vía X | EPDAEl 29 de octubre de 2024, una DANA golpeó con furia buena parte de la provincia de València. Aún hoy, casi un año después, los destrozos siguen sin repararse del todo: carreteras cortadas, cauces sin limpiar, colegios sin arreglar, un servicio de cercanías incompleto y deficiente. Las obras hidráulicas preventivas brillan por su ausencia y los vecinos saben que, con la llegada del otoño, la historia puede repetirse. Paso en 1957, 1982 y en muchos otoños, hasta el 29 de octubre de 2024.
En esta situación, el Gobierno de España tenía dos deberes claros: anticiparse y proteger. No hizo ni lo uno ni lo otro. No ejecutó las infraestructuras necesarias en barrancos como el de Chiva, Saleta y Poyo, no reforzó la red de defensa frente a las inundaciones y no envió medios inmediatos cuando la catástrofe arrasó pueblos enteros. Hoy, las familias que lo perdieron todo viven entre la incertidumbre y la rabia.
Y mientras tanto, ¿qué hace el ministro de Transportes, Óscar Puente? Bromear en redes sociales. En lugar de anunciar obras, recursos o soluciones, ironiza con las alertas rojas de la AEMET. Un ministro que debería transmitir seguridad y respeto convierte una advertencia de riesgo extremo en un chiste contra el presidente de la Generalitat Valenciana. El sarcasmo puede dar likes, pero no protege vidas.
Esto no es política, es frivolidad. Y lo peor: es una burla a quienes tienen el agua hasta la cintura, literal o metafóricamente. Porque mientras Puente escribe ocurrencias, los vecinos ven cómo cada gota fría amenaza con llevarse lo poco que han podido reconstruir con esfuerzo propio.
España no necesita ministros-tuiteros, necesita gestores valientes. Necesita obras preventivas, planes de emergencia ágiles, inversiones que lleguen al territorio antes de que llegue la tragedia. Pero lo que recibe son excusas, retrasos y, para colmo, chascarrillos digitales.
Cuando un Gobierno se refugia en la ironía para ocultar su falta de gestión, se vuelve cómplice del desastre. Y si el próximo temporal vuelve a cobrarse vidas, no bastará con culpar a la “naturaleza”. La verdadera responsabilidad estará en quienes prefirieron bromear en lugar de gobernar.
Porque un país se dirige desde los despachos y el terreno, no desde un teclado. Y el sarcasmo, señor ministro, no contiene inundaciones.
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