José Rafael Ponce IranzoLa Unión Europea actualmente la conforman 28 países, a expensas de lo que pueda ocurrir en breve con el Reino Unido, pero pronto seremos 27. Ampliación tras ampliación la UE ha tenido un afán integrador y convergente para un espacio socioeconómico más homogéneo. España entró a formar parte de la antigua CEE en 1986, y hasta 2013, nuestro país ha tenido un amplio balance positivo (ayudas recibidas – pagos realizados), pero desde 2014, salvo el año 2015, España se ha convertido en contribuyente neto. Esta es nuestra nueva y futura realidad.
Actualmente España es una potencia económica pero tras varias décadas dentro del mercado común el resultado final ha generado notables diferencias y divergencias internas. La riqueza y el desarrollo no son homogéneos ni social ni territorialmente, dejando un mapa de varias velocidades.
Los indicadores socioeconómicos de la Comunidad Valenciana, vistos desde la UE, son positivos y de crecimiento. Pero, a poco que escarbemos, los datos ocultan y enmascaran diferentes ritmos de crecimiento regional por lo que la dicotomía costa-interior es mayor a la de urbano-rural, provocando un desarrollo disfuncional y asimétrico que no consigue vertebrar el territorio correctamente. En el año 2006 la Comunidad Valenciana dejó de ser Objetivo 1. Ahora la región tiene un PIB/cápita superior al 90% de la media europea, por lo que ya no estamos en el vagón de cola… pero ¿qué ocurre cuando una región como la Comunidad Valenciana tiene una dualidad tan grande donde los municipios ricos triplican la renta de los pobres? ¿Qué se puede hacer en una comarca como la nuestra cada vez más despoblada? La respuesta la dejo en manos de su reflexión.
El reto territorial y demográfico es para la UE, y sobre todo para el Estado, una pieza angular en la política de los próximos años y décadas. Es necesario diagnosticar pormenorizadamente a escala comarcal, o incluso municipal, y sin ataduras regionales, las zonas rurales frágiles y en declive situadas en regiones no atrasadas con el fin de equiparar el desarrollo entre ellas y permita cumplir la convergencia económica y la integración social de todo el territorio. Esta acción para nuestra comarca, y por extensión a las zonas rurales y deprimidas de la Serranía Celtibérica, puede suponer que siga llegando la luz y el oxígeno para la pronta sanación de nuestro talón de Aquiles, el despoblamiento del mundo rural.
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