Por desgracia el
mundo del toro anda revuelto. Ataques, ataques y más ataques son lo que han hecho
saltar las alarmas de los afiionados y con las buenas formas que nos
caracterizan a los taurinos hemos comenzado a responder. Nunca es tarde si la
dicha es buena, dirían algunos.
Estas reacciones eran de esperar, siempre hemos devuelto los ataques, ya era
hora que diéramos nosotros el primer golpe. Castellón, provincia taurina por
excelencia, sobre todo por la cantidad de festejos populares que se realizan en sus calles,
ha movido ficha. Han unido a todos, los de la calle y los de la plaza, bajo el paraguas
del único protagonista: el toro.
Durante mucho tiempo, como decía, llevamos aguantando carros y carretas. En
verano, unos nos querían prohibir. Otros, día si día también, organizan
concentraciones multitudinarias en la puerta de la plaza de toros. Perdón, un
pequeño matiz, nunca son más de 100. Ahora, eso sí, con una agenda mediática
que ya la quisiera cualquier político, hasta en la sopa los tenemos.
La iniciativa
de Castellón ha tenido una gran acogida, llevamos días leyendo diferentes
adhesiones: ganaderos, peñas, etc. Incluso las redes sociales echan humo cada vez
que los afiionados queremos contrarrestar alguna iniciativa anti.
Es bueno, muy
bueno, por no decir fundamental, que de una vez por todas seamos una única voz.
Todo el mundo del toro mira a Castellón pero no sólo es esa ciudad o provincia,
debe ser una manifestación de todo aquel que se sienta afiionado de nuestra
Comunitat, incluso de España. De todos y para todos. Una concentración que no
debe quedar en eso, debe servir para alzar la voz, no volver a permanecer
callados como hemos hecho hasta ahora.
Por lo menos debe servir para demostrar que somos un colectivo fuerte, unido y
con
argumentos. Si algo se definde solo es cuando se tiene argumentos y nosotros
los tenemos y de peso.
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