Juan Vicente Pérez. / EPDA Son tiempos de emergencias, de sobresaltos continuos que
afectan nuestro día a día. Esto es un sinvivir que diría el castizo. Los
progresistas nos descubrieron a “su” Greta, para advertirnos de la “emergencia
climática”. Una nueva religión global que cabalga a lomos del populismo
demagógico y sus profetas mediáticos. El coste lo pagarán esos que usted y yo
sabemos. Los de siempre, aunque ellos hablen de “Tobin” o “Google” como tasas a
los más ricos. Tiempos de “emergencia humanitaria”, con aumentos imposibles de
la pobreza en esta tierra de provisión. Quien lo diría, si estamos en manos
desde hace ya unos cuantos años de ese progresismo que venía a rescatar a las
personas. El dato es revelador, y lo certifica el INE en base a la tasa Arope.
Tan sólo, más del 30% de la población valenciana en riesgo de pobreza o
exclusión social. No pasa nada. La culpa será de Franco o del Partido Popular,
seguro. Pero los que ahora gobiernan son ellos.
Tiempos que nos han vuelto a traer otra “emergencia agraria”,
con movilizaciones históricas del mundo rural reclamando dignidad y sostenibilidad.
Precios justos y respeto al productor, el elemento más débil de la cadena
alimentaria. Por cierto, esta emergencia repite las mismas reclamaciones de la
anterior, en 2003/2004, también con gobiernos “progresistas” del todopoderoso
PSOE. Cuando gobierna la Izquierda, la emergencia está asociada a su gestión. Por cierto, muchas de
las reclamaciones que ahora se exigen, ya se las pasaron a Solbes entonces.
Pero la Izquierda está en otras cosas. Fotos, titulares, anuncios y demagogia
populista a saco. Mucho análisis y estudios, pero soluciones ninguna. El mundo
agro ha dicho basta ya y eso ya no cuela. Engaños continuos de aquellos que venían
a salvar a las personas. Pero a la hora de la verdad, solo hay que ver negro
sobre blanco el verdadero compromiso con el campo valenciano y ver los Presupuestos
de la Generalitat. Compromisos cero también, en plena crisis del campo español,
en los acuerdos de los Seminarios-Retiro del Gobierno socialcomunista o del
propio Consell. Esa es la realidad.
Tiempos complejos que nos llevan hacia otra emergencia,
quizás la más peligrosa de todas. La “emergencia democrática”. La hoja de ruta
marcada desde los laboratorios monclovitas, con sus anexos secretos para
mantener el apoyo imprescindible de secesionistas y filoetarras, auguran
nubarrones en un horizonte no muy lejano, ya en plena Cuaresma. Todo es efímero
y contingente. Es la nueva política, que remueve los cimientos del Estado sin
inmutarse. Así lo comunicó el Presidente Sánchez tras reunirse con un condenado
por la Justicia, para decirnos sin despeinarse, “que la Ley no es suficiente”,
debiendo superar la “judicialización del conflicto”, pasándose por el forro el
artículo primero de la Constitución española.
Una verdadera emergencia democrática provocada por aquellos
que nos vendían Transparencia, Regeneración, etc, etc, etc, ustedes mismos….
Una muestra inequívoca del Autoritarismo más genuino que subyace en el propio ADN de la alianza
socialcomunista. Una estrategia que busca un cambio de Régimen por la puerta de
atrás, subyugando a los poderes del Estado para ponerlos al servicio del nuevo
Régimen. Solo hay que ver la carta de despedida del ya ex presidente de la
Agencia EFE. Pero no pasa nada. La sociedad sigue abducida, sin capacidad de
reacción para enfrentarse a este nuevo opio bien distribuido por los laboratorios
sociales. Una sociedad silente que ha caído en ese juego de la doble moral que
tanto le gusta a la Izquierda. Para “unos” no hay presunción de inocencia, ni
perdón, mientras sean del PP. Mientras se blanquea mirando hacia otro lado, callando
ante el alud de tropelías amenazantes (abusos de menores, Fiscalía Gral del Estado,
Reforma Código Penal para los sediciosos, Delcygate, cheques en blanco para el
nacional-populismo, Acuamed, ERE’s, EMT…)que siguen alimentando esa emergencia
democrática, por los gobiernos de progreso, el de allí y el de aquí. Es lo que
hay.
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