Stephane Soriano, concejal en el Ayuntamiento de Benaguasil. /EPDA En unos tiempos en los que estamos demasiado acostumbrados a escuchar ruido de fondo y discursos fatalistas, me gusta creer y aprovechar las colaboraciones que me piden los medios de comunicación para hablar de empatía y para reivindicar la política en positivo.
Me siento a escribir estas palabras y lo hago después de volver de un almuerzo distendido con Melanio Esteban, alcalde de Higueruelas y ferviente defensor del municipalismo de verdad. De ese municipalismo que no tiene horas ni días, que compatibiliza gestión, profesión y vida personal o lo que es lo mismo, ese municipalismo que se vive en la inmensa mayoría de pueblos y ciudades de España.
Pero dentro del municipalismo hay una variante especial. Hay un municipalismo más cercano, empático y transversal, el de los pequeños municipios que por su tamaño hacen que alcaldes y alcaldesas, concejalas y concejales tengan un vínculo especial con la ciudadanía, salvo alguna excepción como por ejemplo Rita Barberá y su querida Valencia.
Caminar por las calles, poder reconocer a cada ciudadano, llamarles por su nombre o por su apodo es algo especial. Y siendo sinceros, es algo que cada cargo público, independientemente del color político, lleva en la sangre.
Semanalmente trato con muchos representantes políticos y en algunos casos cuando me reúno con algún cargo de la administración autonómica observo la falta de empatía e incluso el desconocimiento sobre realidad que preocupan a la ciudadanía. Dicho esto, aprovecho estas líneas para seguir defendiendo que debería ser condición obligada para acceder a cualquier cargo o institución supramunicipal, haber sido previamente concejal o concejala.
Quién lea este artículo de opinión y haya o sea cargo público local, coincidirá conmigo en que el municipalismo de verdad es un máster diario. Es escuchar las 24 horas del día, estar a disposición permanente de tus vecinos y vecinas, pero también es ingenio en muchos casos para poder gestionar y distribuir los fondos municipales aplicando la eficacia y la eficiencia necesaria.
Aunque la ciudadanía en muchos casos no lo perciba, en cada acción y gestión municipal hay mucho trabajo, mucho empeño personal y colectivo para que salgan las cosas, bien compartiendo todas aquellas personas que gestionan sus municipios, un objetivo común que escapa de cualquier ideología política, mejorar las cosas y sumar en calidad de vida.
En este artículo me quiero acordar de todos los concejales, concejalas, alcaldes y alcaldesas que, como Melanio, Tere, Ximo, Elia, Antonio, Vicente, Salva, Carmina, Consuelo o Ruth, ponen a diario todo su empeño y buen hacer para empatizar con cada ciudadano y por seguir fomentando la buena política tan necesaria en estos tiempos.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia