Ya tenemos 1.500
hectáreas de la Sierra de Espadán quemadas. Arrasadas por el fuego producido
por un descuido irresponsable. Así de fácil. Todos sabíamos que algún día tenía
que ocurrir y, año tras año, nos
extrañaba que no ocurriera. Y, desgraciadamente, pasó.
En primer lugar, como
ciudadano que siente la sierra como propia quisiera dar las gracias al
importantísimo despliegue de medios aéreos y terrestres, lo que se viene
llamando “el operativo”, que están trabajando sin descanso para apagar el fuego
y que no se reactive. Pocas veces ha funcionado la coordinación entre
instituciones como en este incendio.
Buscar responsables es
muy fácil. Algunos dirán que la culpa es de los ecologistas. Otros que de las
administraciones. Pero no creo que ese sea el camino a seguir. Realmente la
culpable es la ley y quienes la deben aplicar. Porque nos hinchamos a redactar
leyes inútiles que después somos incapaces de llevar a término. Por ejemplo,
seguramente usted no sabrá que en 2014 finalizó el plazo para hace cortafuegos
en la Sierra de Espadán. Un plazo incumplido de diez años que la propia
administración se dio a sí misma en 2004.
Seguramente tampoco
sabrá usted que hay empresas dedicadas a la gestión de la biomasa (un
combustible ecológico y limpio) que de forma gratuita crearían los cortafuegos
y retirarían los restos. Ni tampoco sabrá usted que cada hectárea de monte
genera 90 toneladas de biomasa de la que sobra al menos la mitad y convierte el
monte en un polvorín intransitable para los medios de extinción terrestres.
Una vez esté totalmente
extinguido el incendio tenemos una oportunidad de oro para construir los
accesos necesarios para que los bomberos no se encuentren con las dificultades
con las que se han encontrado para llegar
hasta el propio incendio a través de caminos y vías pecuarias desaparecidas o
abandonadas hace mucho. Ahora podemos crear las nuevas pistas que nos serán tan
necesarias dentro de 25 ó 30 años cuando una nueva generación de inútiles como
nosotros vuelva a necesitar apagar otro incendio.
La culpa, si se puede
llamar así, es de la propiedad abandonada, que en la actualidad es de unos
herederos que viven el Valencia o Barcelona y no saben ni que tienen una finca
en el pueblo. Y de unas administraciones timoratas que por no entrar en las
fincas privadas abandonadas ni obligar a sus propietarios a mantenerlas en
condiciones de explotación y limpieza, cierran los ojos hasta que llega el
momento del lamento.
El interés general que
tiene el pulmón de la provincia de Castellón debe estar por encima de intereses
partidistas (como esta vez ha sido para su extinción), pero también por encima
de los derechos de los propietarios y las interpretaciones ultra-conservacionistas
de algunos ecologistas. O de una administración sin medios y con miedo a perder
votos, que prefiere dejar que la vegetación crezca libremente hasta que se
vuelva a quemar, en ciclos de 20 años. Si ahora no aprovechamos y ponemos en
marcha el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) de la Sierra Espadán…
pues, sigamos en la inopia.
Vicente
J. García Nebot
Abogado
y Master UPV en Medioambiente.
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