Una
amiga me comentó en una ocasión que se le vino el mundo encima
cuando una chica con la que se cruzó le preguntó la hora: “¿Me
puede decir la hora, por favor?”. Parece que esta pregunta, de por
sí, no tiene ninguna importancia, es una pregunta inocente y
está expuesta con educación. El detalle está precisamente
en eso: en la formalidad y en el tratamiento. Mi amiga tenía
entonces unos treinta años y era la primera vez que alguien la
trataba de usted, lo que de repente hizo que toda su relación con el
mundo que la rodeaba cambiara de signo. A partir de ese momento,
ella pasó a estar al otro lado. Se convirtió en alguien a quien los
más jóvenes hablaban de usted. Me contó que la sensación fue
impactante y que le dejó huella durante mucho tiempo. Supongo
que al ir cumpliendo años se acostumbró a su nuevo estatus.
Supongo también que en esa situación nos hemos visto muchos, sino
todos. Hubo un día en que alguien más joven que nosotros nos habló
de usted y ahí empezó nuestro declive.
Hablar
de usted a una persona mayor que nosotros parece lo correcto,
máxime cuando no la conocemos de nada. Está establecido que es una
muestra de educación y de respeto, algo que se aprende con la
buena crianza. No obstante hay salvedades que disculparían
el tuteo, al menos yo lo veo así. En una ocasión me dirigí a una
persona mayor que yo, tratándola de tú y fue tal el enfado y el
rapapolvo que me propinó, que demostró dos cosas: Manifiesta
falta de educación y falta de humildad, y puede también que algún
complejo oculto. Se puede tutear a una persona siempre que seas
comedido y respetuoso, con el factor añadido a su favor de que,
al contrario de lo que le pasó a mi amiga, rejuvenezcas a esa
persona y aún te lo tenga que agradecer.
En
cuanto a eso de que te vean mayor, no se puede hacer nada. Como se
suele decir: “Es lo que hay”. A mí ya me han cedido el asiento
alguna vez en el autobús, ayer, sin ir más lejos. Miré con
sorpresa a la jovencita bienintencionada y le agradecí el
detalle rechazando el ofrecimiento, claro está. Pero al mismo
tiempo, como a mi amiga, se me vino un poco el mundo encima, ¿tan
decrépito me verán? Es inevitable revelarse contra los que nos
ven mayores, pero hay que comprender que la realidad es mucho más
fuerte. ¡Es lo que hay!
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