Voro Soler.
El
pasado 7 de junio la ciudadanía de este país aún estaba
conmocionada por el resultado de la moción de censura, por la
elección del socialista Pedro Sánchez como presidente de la nación,
por el nombramiento de las ministras y ministros de su nuevo
gobierno. Todos los focos y energías centrados en “informar”
sobre los pormenores del hito histórico que supone la configuración
y características del nuevo consejo de ministras y ministros.
Otra
noticia pasaba desapercibida: La Comisión Europea el 7 de junio
decidía remitir a España al Tribunal de Justicia de la Unión
Europea por no haber cumplido con su obligación de establecer y
revisar sus respectivos planes de gestión de residuos, siguiendo los
requisitos de la directiva marco sobre residuos.
La
normativa se aprobó en noviembre de 2008, tuvimos hasta el 12 de
diciembre de 2010 para establecer los planes necesarios para cubrir
todo el territorio nacional, se deberían haber evaluado y revisado
al menos cada seis años. Por tanto la denuncia no puede ser
considerada ni “excesivamente rigurosa”, ni “precipitada”. La
Comisión ha pedido una y otra vez al Estado Español que cumpla sus
obligaciones. Recibimos la correspondiente notificación formal de
los reiterados incumplimientos en noviembre del 2016, y finalmente un
dictamen motivado en julio de 2017 donde se nos daba un plazo de dos
meses para que España actuara (de todos es sabido que “actuar”
no era el fuerte del señor Rajoy). En ese mismo dictamen se
denunciaba que no se había incorporado a la legislación nacional la
Directiva sobre las bolsas de plástico (esta situación ya la
denunciábamos en un artículo anterior).
España
se encuentra entre los países más rezagados en materia de gestión
de residuos, hablando en plata, el horizonte del 2020 y los objetivos
que exige, nos caerá encima si no hay una acción decidida por
parte del gobierno de la nación, con la necesaria colaboración de
los respectivos gobiernos autonómicos. Bruselas sitúa a España
junto a países como Chipre, Hungría, Malta, Eslovenia…, porque
nos movemos en porcentajes por encima del 60% de vertido y alcanzamos
un porcentaje muy bajo, del 30%, en reciclaje.
Esperemos
que el nuevo gobierno que se ha conformado, con una mayor impronta
europea, y mayor concienciación medioambiental, coja de forma
decidida las riendas de este “pollo sin cabeza” y establezca
sensatez y determinación para encauzar la gestión de residuos que
nos exige la Unión Europea.
Como
he señalado en otras ocasiones o actuamos de forma decidida, o
estamos condenados al fracaso… ¡Y el fracaso se paga en euros…!
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