Cristina Ramón Ayer por la tarde saltó la noticia que heló a Argentina y a todos los amantes del fútbol: la mano de Dios, Diego Armando Maradona, había muerto en su casa de Tigre a la edad de 60 años a causa de un paro cardiorrespiratorio. Varias ambulancias se trasladaron hasta su domicilio tras la llamada de emergencia, aunque nada pudieron hacer por salvar la vida del ‘Pelusa’. Desde el momento en que la noticia fue confirmada por los medios de comunicación de todo el mundo, Argentina enmudeció. Muchos aficionados salieron a las calles, desolados y con lágrimas en los ojos, incrédulos ante el fallecimiento de quien consideraban un Dios. El país sudamericano ha decretado tres días de luto oficial tras la muerte del gran astro del balón, al que muchos consideran el mejor de la historia. Maradona, que cumplió 60 años el pasado 30 de octubre, había sido intervenido de urgencia por un hematoma subdural a principios de noviembre. Cuando parecía que estaba superando este nuevo bache de salud, llegó la noticia que ningún amante del fútbol quería escuchar. ‘El Diego’ se había ido.
Sin duda, uno de los momentos más recordados de Maradona es su gol en cuartos de final del Mundial del 86, en el que Argentina superó a Inglaterra. El gol de la Mano de Dios siempre será recordado como uno de los mejores goles de la historia gracias a su autor y a su simbolismo. Independientemente de si fue mano o no, ese gol ya es universal y emociona ya seas argentino, inglés, español, ruso o australiano. Es uno de esos momentos que retrata a los verdaderos amantes del fútbol, esos a los que les recorre el cuerpo un hormigueo nervioso durante los 90 minutos y no pueden evitar la emoción cuando su equipo gana, pero tampoco cuando saben que han visto un partido o una jugada histórica, sin importar qué equipo haya ganado o qué jugador haya marcado el gol. La final del Mundial de México 86 se disputó en el mítico Estadio Azteca y enfrentó a la Argentina de Maradona contra Alemania Federal. Los argentinos ganaron el partido 3-2 y Argentina bordó así su segunda estrella en su camiseta. Para Maradona fue su primer Mundial y el Campeonato donde se consagró como el mejor de siempre ante los ojos de todo el planeta.
Las condolencias y reconocimientos no han dejado de llegar desde que se supo la noticia. El Nápoles, equipo con el que ganó dos Scudettos, ha anunciado que su estadio pasará a llamarse Diego Armando Maradona. Nadie duda que el argentino fue el mejor de la historia y alguien idolatrado por medio mundo de una forma casi mística, pero eso no debe hacer olvidar su otra faceta, la personal, en la que sus adicciones al alcohol y a las drogas le llevaron al infierno y han ido minando poco a poco su salud durante las últimas décadas. Además, Maradona, que en esta última etapa de su vida entrenaba al Gimnasia y al Esgrima La Plata, se ha visto envuelto a la largo de los años en varios litigios judiciales por demandas de paternidad (según su abogado podría tener hijos repartidos por todo el mundo) y denuncias por violencia de género y acoso sexual por parte de sus ex parejas y otras mujeres. Siempre he dicho que hay que separar lo personal de lo profesional. Lo que hiciera fuera de los terrenos de juego solo le atañe a él. Aquí estamos para juzgar su carrera deportiva, que siempre será recordada. Como ha dicho Messi, “Maradona nos deja pero no se va, porque el Diego es eterno”.
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