Y ahora podemos y está en nuestras manos, en manos de la ciudadanía europea. El 25 de mayo hemos de votar y ya estamos en la campaña para poder explicar y hacernos oír. Ahora ya nadie nos puede engañar. Sabemos cuál es el modelo que las clases dirigentes y los poderes económicos quieren para nuestra sociedad: menos derechos, recortes y más recortes, estímulo de la xenofobia y de la insolidaridad, multiplicación de los nacionalismos, bloqueo a un gobierno europeo real y eficaz, descaro en la corrupción. En España lo sabemos mejor que casi nadie y ellos quieren que el legítimo cabreo de la gente se convierta en no ir a votar. Eso es lo que ellos quieren, pero el pueblo ha de votar, porque es nuestra voz y nuestra capacidad de cambiar y porque sólo con nuestra participación ese cabreo se podrá convertir en algo eficaz para cambiar la realidad. Por lo tanto el primer objetivo y la primera lucha: conseguir que la ciudadanía vote ampliamente, que no se quede en casa y diga que el sistema democrático es una porquería, que no renuncie a ejercer su derecho a elegir, a plantar cara, a buscar alternativas, porque alternativas haberlas haylas.
¿Y qué alternativa necesitamos? Necesitamos una fuerte resurrección del socialismo democrático, necesitamos recuperar las políticas sociales y el estado de bienestar, necesitamos que los representantes socialistas no asuman absurdamente el capitalismo neoliberal y sus valores, sino que se crean que la alternativa es posible y que sepan decir no a los poderes económicos. Necesitamos que no sean sólo palabras ni programas irrealizables, sino que se tenga voluntad real de construir un Estado Federal Europeo con capacidad de crear muchas políticas comunes progresistas con una mayoría de izquierdas. Hay muchos pactos europeos que hacer, como que el salario mínimo común sea real, que las políticas de promoción de empleo sean reales, que el Banco Central Europeo pueda plantar cara de verada a los mercados financieros o que la política de reducción de defícit no se convierta en una dogma interesado. Y necesitamos una fiscalidad más justa y progresiva, luchando contra la hipocresía de los paraísos fiscales y contra las interesadas amnistías fiscales nacionales o con la libertad para muchas empresas de pagar sus impuestos donde les conviene.
Y, sobre todo, hemos de trabajar seriamente para eliminar la gran desigualdad que aun existe en Europa y que los valores de la derecha neoliberal no hace más que aumentar. Invertir siempre en educación, sanidad y prestaciones sociales, dinero para paliar la pobreza de la calle, leyes contra la brecha salarial entre hombres y mujeres y eliminación de las políticas reales contra colectivos como el pueblo gitano en muchos países europeos. Buscar una política única sobre los derechos de las mujeres a abortar y tomar medida comunes contra la violencia de género y luchar intensamente contra la xenofobia que está creciendo en muchos países europeos, por lo que hay que buscar políticas comunes a favor de la inmigración, luchando de verdad por la integración y la acogida de las personas que han de sufrir tanto para mejorar sus condiciones de existencia. Y Europa ha de trabajar activamente y en común para potenciar un desarrollo sostenible y para que la agricultura no desaparezca de nuestro entorno. Y hemos de ser coherentes con la defensa de los derechos humanos en nuestra política común exterior, que no puede estar dirigida por el dinero. Para eso necesitamos votar el día 24. Para que la izquierda europea (socialistas, izquierda unida y verdes) pueda mover realmente a esta Europa hacia esas urgentes políticas progresistas y socialdemócratas