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El autor cree que los políticos valencianos proponen tarde Oropesa del Mar y Marina d'Or para acoger el macroproyecto de juegos
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VICENTE GARCÍA NEBOT - 10/06/2012
Vicente García Nebot.
A principios de año
recordarán ustedes un artículo mío por el que proponía que la Ciudad del
Pecado, Eurovegas España, se ubicara en la ciudad que está por nacer entre
Oropesa y Cabanes. Este espacio lo tiene todo: un planeamiento urbanístico
aprobado por la Generalitat, con lo que nos ahorramos décadas de tramitación
administrativa; un proyecto de ciudad de vacaciones, el de Marina d’Or; tiene
sol; tiene playa; no tiene un aeropuerto en funcionamiento que, como en
Barcelona, impida la construcción de rascacielos; tenemos un índice de
desempleo suficientemente alto para que cualquier propuesta de trabajo sea
bienvenida; y estaría en pleno Eje Mediterráneo, Algeciras-Hamburgo.
Pero tarde y mal,
nuestros dirigentes autonómicos y provinciales (que no me leen, evidentemente)
han caído ahora en la cuenta de todas estas ventajas que tenemos frente a la
mesetaria y fría Madrid y la mediterránea
pero con aeropuerto próximo, Barcelona. Somos más competitivos, pero
tenemos unos dirigentes en estado catatónico por la Crisis y por la comodidad
de sus mullidos sillones institucionales.
Quien quiere peces
tiene que mojarse el culo. Presentarse ante quienes tienen el poder de decisión
e inversión y hacer una propuesta seria, motivada y atractiva a la inversión.
Porque esperar a que pase el tren por delante de casa, a los valencianos jamás
nos ha funcionado.
Otra cosa son las
valoraciones morales anejas a esta propuesta. Pero para eso ya está el Obispo
de Segorbe-Castellón, nuestro obispo Casimiro, que
ha criticado fuertemente esta ciudad del juego y los efectos que puede producir
sobre todos los potenciales ludópatas. Pero olvida, extrañamente, que la Ciudad
del Pecado en América lleva implícita la prostitución. Aunque aquí en Castellón
ya estamos acostumbrados a ver grandes vallas publicitarias ofreciendo
magníficos Show girls con final feliz y nadie dice
nada. Ni el señor obispo.