Supervivencia
global, disminución del tamaño del tumor, supervivencia libre
de progresión, calidad de vida, toxicidad… son algunos de los
parámetros que se utilizaban hasta ahora para medir el
beneficio clínico. Sin embargo, la entrada de nuevos fármacos
dirigidos a dianas moleculares precisa una revolución en los
criterios clásicos usados en la evaluación del beneficio. Así
se ha puesto de manifiesto en el V Seminario organizado por la
Fundación ECO y coordinado por los doctores Antonio
Antón, Vicente Guillem y Guillermo López Vivanco,
que ha reunido a un centenar de expertos en Oncología entre
oncólogos, farmacéuticos, gerentes y representantes de
sociedades médicas. En su intervención, el doctor
Carlos Camps, presidente de la Fundación ECO y jefe
de servicio del Hospital General de Valencia, ha señalado que
existe “una ausencia de referentes de cuánto es la magnitud
del beneficio y también de herramientas para evaluar la
respuesta y poder medirlo”. Y es ahí donde ECO y el resto de
participantes han puesto sobre la mesa los distintos puntos de
vista, con el objetivo último de mejorar el manejo terapéutico
de los pacientes individualmente.
Según el doctor Emilio Esteban,
jefe del servicio de Oncología Médica del Hospital
Universitario Central de Asturias, “el beneficio no puede ser
el mismo cuando hablamos de tumor curable o cuando solo
podemos alargar la vida de los pacientes. La reducción del
tamaño del tumor ha sido utilizada como medición de respuesta
pero hoy en día la tecnología nos permite ser más sensibles y
podemos realizar una valoración biológica y molecular que
tiene repercusiones en la supervivencia”.
La mayoría de asistentes ha coincidido
en señalar que, a la hora de definir el beneficio clínico, hay
que tener en cuenta que, además de la supervivencia, la
calidad de vida es un aspecto muy importante para los
pacientes. Así, se ha apuntado en que hay que insistir en el
diseño de fármacos con mayor eficacia que la actual y que
además repercutan en la calidad de vida de los pacientes. Sin
embargo, este parámetro (calidad de vida) necesita de un
seguimiento en el tiempo y es difícil de cuantificar.
“Requiere una valoración subjetiva del propio paciente basada
en su propia experiencia”, apunta el doctor Esteban. Según se
ha puesto de manifiesto, sí que se está produciendo esta
mejora en algunos fármacos, como ocurre en el caso del cáncer
de mama donde la supervivencia en un caso con metástasis ha
pasado de 18 meses en 2001 a 50 meses en la actualidad.
Por su parte, el doctor
Bartomeu Massuti, jefe de Oncología del Hospital
General Universitario de Alicante, ha señalado la necesidad de
no olvidar el coste cuando hablamos de beneficios. El
oncólogo, experto en cáncer de pulmón, ha indicado que “se
necesitan alianzas sociales para determinar cuál es el coste
asumible”. El coste en España del cáncer de pulmón, el de
mayor mortalidad en hombres y el segundo en el caso de las
mujeres, es solo de 5 euros por ciudadano[1].
Durante el seminario también se ha
expuesto el papel de la gerencia hospitalaria en el beneficio
clínico. Ricardo Herranz, director gerente del
Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid,
ha señalado que el oncólogo es quien asigna recursos por lo
que “toma decisiones de gestión. Es el protagonista
asistencial y busca el beneficio clínico para el paciente. Sin
embargo, debemos hacer hincapié en integrar los procesos
oncológicos en la organización asistencial hospitalaria, con
una transición precoz de la Oncología a la Medicina Paliativa
en Consulta Externa, para conseguir una reducción de la
penalidad para los pacientes y de los costes de terapias
fútiles al final de la vida”.
Y es precisamente cuando se habla de
costes cuando los oncólogos ven importante, además de generar
alianzas sociales para determinarlo, que se tenga en cuenta el
valor del fármaco, no sólo el coste de su desarrollo. Tal y
como afirma José Luis Poveda, presidente de la
Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria y jefe de
Farmacia del Hospital La Fe de Valencia, la
industria farmacéutica “debe poner un coste relacionado con el
valor del fármaco. Todos los agentes debemos favorecer el
acceso a los tratamientos basados en la evidencia: la
industria, aplicando un coste a los medicamentos relacionado
con su valor, la administración sanitaria fomentando la
transparencia, y el equipo asistencial potenciando el consenso
optimizando los recursos”.
Finalmente, el doctor Eduardo
Díaz Rubio, presidente de la Comisión Científica de la
Fundación ECO y jefe de servicio de Oncología del
Hospital San Carlos de Madrid, en sus conclusiones ha apuntado
que en los últimos 20 años ciertos tratamientos han adquirido
un alto impacto económico por lo que los oncólogos tienen que
tener un comportamiento ético y social para hacer una medicina
eficiente, dado que manejan recursos de terceros. Por ello,
“el gerente tiene que hacerse más clínico y los oncólogos
tenemos que hacernos más gestores para conseguir una medicina
que aporte más beneficios al paciente. El reto es trabajar
juntos desde la Oncología, la farmacia y la gerencia
hospitalaria y hacerlo en equipo, realizando un análisis del
valor de los fármacos, pero también de lo que cuesta el
proceso de atención global del paciente con cáncer”.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia