Francisco Sánchez Murgui El domingo día tres de marzo, no fue un día con un bonito despertar,
todo lo contrario, la noticia corrió como la pólvora, en un principio
fue confusa, para convertirse posteriormente en un veredicto certero.
¡A Paco le ha cogido un infarto!
Fuera infarto o fuera el mal que fuere, a Paco, a Francisco Sánchez
Murgui le llegó la hora de la partida, y le sobrevino en ese momento
tan amigable para él, corriendo por las inmediaciones del pueblo como
hacia cada mañana o cada anochecer, tapado entre sudaderas y gorro.
Quedó tendido en el suelo a escasos metros del pueblo, y sin poder ser
socorrido por nadie. Nadie vio esa caída, ni nadie se percató de su
triste presencia, hasta que un buen vecino de Casinos, se encontró con
aquel cuerpo en el suelo, que no pudo reconocer.
Lo demás ya se sabe, momentos de tristeza, de amargura… de protocolos
oficiales y de enfrentarse con la realidad verdadera que a todos, en
la circunstancia que sea nos tiene que llegar tarde o temprano, ese
momento en el que la verdad es que Paco está muerto.
Asimilas la noticia, la digieres con impotencia, dolor, resignación y
rabia… No das crédito, y en ese momento pasan por tu cabeza tantas
escenas de la vida, que ponen ante tu vista un escaparate de realidades
que te enseñan el valor de lo vivido.
Quien esto escribe ¿qué puede de Paco? Nos hemos criado en la misma
calle… cuando yo iba a la escuela de D. Pedro, pasaba por su casa, y
cuando íbamos a la Academia del Patronato, el pasaba por la mía. El
deber lo hacíamos juntos, el más sobresaliente en las ciencias, yo más
practico en las letras. Fuimos monaguillos juntos en aquella vieja
iglesia, recuerdo la primera vez que ayudamos a decir misa un domingo
por la tarde, tocando las campanas cuando no tocaba, pasando las
bandejas a deshora… haciendo reír a toda la iglesia por las
incongruencias involuntarias cometidas en el altar… tendíamos seis años,
lo único que hicimos bien fue salir y entrar acompañando a D. José,
fue tan brillante la actuación que al acabar la santa misa, nos
invitaron a un polo en el Café Genovés…
Esa fue nuestra niñez, en casa la tía Cecilia, donde iban las mujeres
a hacer jersey, en el corral del tío Martí, entre balas de paja, sacos
de algarrobas y almendras, subidos al triciclo entre capazos de hierba… y
jugando como ahora aparece en los videos de si has nacido antes de
1970… y nosotros éramos de antes de los sesenta…
Un domingo por la mañana, sin pensarlo, sin avisar, corriendo aquel
niño que jugaba conmigo se queda en la pista del Arzobispo, por la que
tantas veces hemos ido a pie, en bicicleta o en moto…
De la Academia, al Instituto de Lliria, y desde allí, las vidas toman
caminos diferentes. Francisco Sánchez tomo el rumbo de la
contabilidad, la administración… en la Cooperativa Agrícola Santa
Bárbara, encontró un trabajo que lo ha desempeñado con dignidad durante
casi cuarenta años, vivió en primera persona la profunda evolución que
ha experimentado el sector oleícola de la Comunidad Valenciana, desde la
elaboración de forma tradicional, hasta los sistemas continuos y
recepciones clasificatorias de aceitunas por variedades y forma de
cultivar. El conoció los últimos años de la producción vinícola y
posteriormente ha conocido el funcionamiento de la envasadora de
aceite de oliva virgen extra, que tanta fama le ha dado a nuestros
aceites.
Todas estas palabras y frases quedan muy bien, pero no definen la
personalidad del hombre que nos ha dejado. Para definirle (y yo no tengo
porqué juzgar a nadie, no soy digno…) diré que lo considero un hombre
fiel a su tarea, pero más fiel y atento con sus socios. La semana
pasada estuve en aquel despacho de la Cooperativa, siempre ojeando
papeles, repasando las botellas de vino que guardaba con cariño, pero
Paco allí estaba como era: resolutivo, diligente, educado y fiel. Esa
fidelidad de una persona es un aval en su vida.
La noticia de su muerte nos deja tristes, ya se sabe que las muertes
son así, duelen de momento, después el tiempo lo va sepultando, pero
esta tarde el tanatorio, hemos vivido una manifestación de dolor por el
hecho de perder a un hombre bueno, a un amigo recordado, a un esposo
querido, y a un padre que deja dos hijas con un camino por delante.
Todos estábamos allí.
Hace pocos días Paco, me comentaba que ya era abuelo… y que quería
jubilarse pronto. La muerte todo lo alcanza. Es un reto. Solo me resta
al escribir esta crónica que el papel se queda pequeño para plasmar
tantos recuerdos que están pasando por mi mente, que la vida es
demasiado corta para vivirla tan rápida, y que la historia no la
escriben los grandes hombres que a bombo y platillo nos machacan con sus
acciones, sean buenas o sean malas.
La historia, la escriben hombres como Paco, atentos con todas
aquellas personas que acuden a diario a ese despacho para renovar el
Carnet de Plaguicidas, para ver lo de la PAC, para saber cómo está la
liquidación del aceite, o sencillamente para ver como esta lo de “la
cosecha de la almendra”… y a todas esas preguntas, historias, les ponía
la nota de efectividad Francisco Sánchez Murgui.
No es una crónica más… no, es la sentida crónica de un compañero de
escuela, de mi edad, que se ha ido… ya se fue en 1991 otro compañero,
José Sanchis, Pepito… Ahora se ha ido Paquito… Recuerdo a su madre la
tía Doloretes… que nos gritaba por la calle… atrás quedó todo. Ayer
quedó sepultado.
Hoy martes a las once en la Iglesia Parroquial de Santa Bárbara de
Casinos, será el entierro, acompañaremos a Paco, a Fina su esposa, a sus
hijas Paloma y Victoria, le daremos el último adiós a ese hombre que
nos ha dejado, que ayer domingo salió a correr al amancer y alcanzó
tanta velocidad que llegó a la eternidad. Espero encontrarte algún día.
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