De izquierda a derecha: Pere Valenciano y Fernando Darder. /EPDAFernando Darder, presidente de la ONG “Esperanza sin fronteras” visitó el pasado sábado el programa Líderes de Aquí, de la 99.9 de Plaza Radio, para hablar de su exposición viaje al corazón de Urcania”, que puede visitarse en el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Comunitat Valenciana, calle Luis Vives número 3. Darder respondió a las preguntas del director del programa, Pere Valenciano y por su interés reproducimos aquí su intervención.
- Cuentanos que puede verse en esta exposición
- Es una exposición que, como soy fotografo y corresponsal he viajado en estos meses atrás dos veces a Ucrania, primero para investigar la ayuda de Cooperación Internacional, para ver como se está distribuyendo el esfuerzo de todos los valencianos, y he puesto el foco en seguir el camino de líneas que va ayudando al pueblo Ucraniano. La primera vez que fui fue una investigación más puntual y la segunda vez fue más para ver los efectos de la guerra, un trabajo que ha sido donado a Esperanza sin Fronteras. Esta exposición es una gran ilusión porque a pesar de que he hecho otras exposiciones, luce más mi trabajo profesional cuando hasta ahora sólo se había expuesto el artístico.
- ¿Las fotografías se pueden comprar?
- Quien quiera alguna, sólo tiene que ponerse en contacto con Esperanza sin Fronteras y le darán un precio, desde luego todo ayuda, pero si que es cierto que inicialmente lo que estaba pensado en vender para conseguir fondos son unos lienzos que también he donado a la ONG, porque la fotografía profesional de guerra siempre ha sido un tema más delicado. Pero si que es cierto que en la crisis que vivimos necesitamos fondos. En Ucrania nos hemos volcado muchísimo, pero Esperanza sin Fronteras lleva muchos años operando, y tiene proyectos en marcha que han tenido que pausarse para poder tener fondos para poder ayudar a Ucrania. Ahora es todo tan duro y tan difícil, cuesta tanto ahora mismo cualquier movimiento, que has de vigilar muy bien el dinero, somos “agarrados de la cooperación”, por decirlo de algún modo.
- Para quien no os conozca. ¿A qué se dedica Esperanza sin Fronteras? ¿Que proyectos mantiene?
- Cuando hay una catastrofe o una guerra, lo primero que hace nuestro equipo es desplazarse a la zona pase lo que pase. Valoramos los daños, censamos un grupo de población civil (desplazada o refugiada), los identificamos, y entonces, cuando ya sabemos cuantos podemos ayudar, y qué necesitan, creamos centros habilitados para acogerlos. Por ejemplo todo el material que hemos reunido material de emergencia para Ucrania, pues hemos tenido problemas para introducirlo, quieren que se deje en Polonia, y nos la tenemos que ingeniar para pasarlo. A veces hemos tenido que poner seguridad armada para garantizar que los medicamentos lleguen a quienes los necesiten es nuestra obligación. Yo he sido fotógrafo de guerra, las palizas y los balazos ya los he vivido, no me asustan, lo que tengo ahora es la necesidad de ayudar a las personas, a los que quedan, a las personas mayores, a los niños, a las mujeres que se han quedado sin familia...Esa fue mi transformación de fotoperiodista a cooperante.
- Apostáis pues por tener el control de vuestro material, pero ¿con quién os coordináis? Cuando hay muchas ONGs hace falta alguien que coordine.
- En el caso de Ucrania no hay coordinación porque ahora mismo no hay ONGs actuando allí. Es un conflicto muy cerrado. La ONU no está dentro, no hay nadie, está abandonado por completo. No está dentro de la Unión Europea, no tiene apoyo. La ayuda se queda en los campos de refugiados en la frontera, a veces tenemos que pagar a gente para que cuele a nuestros contactos. En otros conflictos como en Kosovo, pudimos incluso colaborar con el ejército español y eso nos permitió pasar de atender de 60 familias a 300. Pero la situación es muy complicada ahora mismo en Europa.
- ¿Cómo gestionáis la tristeza de no poder ayudar a todo el mundo?
Nos ponemos un tope. A veces tenemos suerte y podemos ampliar. En Tahití pasamos de 60 personas a 2000 y luego llegó el cólera. Pero no hay otra forma. No tienes recursos ilimitados. En Tahíti llegamos a comprar una panificadora, un horno que trabajaba sólo con nosotros y no daba abasto, y aún así dábamos un desayuno y una merienda porque no dábamos abasto.
Conoces tus limitaciones, y te centras en las vidas que salvas. Hace poco se ponía en contacto con nosotros una joven de Kosovo que nos agradecía que hubieramos salvado a nuestra familia y eso es lo que nos llena.
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