Foto del 20 de enero. Foto: Francisco Sanchis.
Comenzó como un desafío
personal, pero también como una necesidad: “Buscaba una excusa para hacer
buenas fotos, porque uno se acostumbra rápido a la buena vida y se olvida de
autoexigirse”, asegura Plati una mañana, mientras charlamos, cuando el desafío
apenas lleva un mes de vida.
Hoy ya lleva casi ocho
meses. Ningún día ha fallado a su cita con la foto, siempre armado con un
equipo impecable: su Canon 7D, un tele de 100-400 milímetros, una óptica media
holgada de 24-105 mm, su inseparable macro fijo con 2.8 de abertura y, por
supuesto, su imprescindible trípode Manfrotto… “porque si no es Manfrotto no es
un buen trípode, eso es algo que aprendí en la Escuela Municipal de Cine de
Puçol cuando tenía catorce años. Bueno, eso y que además del desafío técnico
detrás de cada buena imagen hay una intención, una crítica, una idea: la culpa
de ese afán la tienen algunos de los que me han enseñado, algunos maestros que
te encuentras en la vida”.
Ha tenido maestros, como
todos, qué duda cabe, pero lo importante siempre es que el alumno sea capaz de
asimilar la base, las claves… y luego desarrollar su propio camino.
Un camino que en el caso
de Plati y su apuesta en el Facebook Encuadre 365 se reduce a tres palabras:
creatividad, imaginación, perseverancia.
“La imaginación surge con
la necesidad. Ahora veo una piedra y pienso si puede ser mi foto del día”,
confiesa mientras monta su trípode, quizá para que la entrevista sea la foto
del día, pero no acaba de convencerle la idea, o quizá la luz, o el encuadre.
Porque Plati busca la foto en el momento, no en la pantalla del ordenador: “No
manipulo el tema en la postproducción, busco el respeto a la realidad: sólo
trabajo la técnica en la captura de imágenes, pero no el retoque fotográfico.
Es importante el punto de vista y la intención, porque está claro que uno no
coge un libro y aprende, sino que necesita practicar, jugando y disfrutando”.
Inquieto, aunque paciente
y con las respuestas muy claras, Plati deambula por el despacho mientras se
desarrolla la entrevista. Se asoma a una ventana. Allá al fondo, frente a la
puerta del Ayuntamiento de Puçol, un individuo aparca una moto, el reflejo del
sol le gusta… pero es tan momentáneo que ni se plantea preparar su mítico
Manfrotto. Espera que llegue la foto del día. Esa no era. Cuestión de
perseverancia.
“El otro día encontré
tres buenas fotos. Las vi, probé y me gustaron. Pero no las tengo hechas,
quiero que sean realizadas en el mismo día. Así que con el tiempo he aprendido
a no hacer más de una foto al día y me anoto las demás. Eso sí, tengo alguna de
reserva, por si un día surge una emergencia y tengo que hacerla a última hora:
es la foto del campanario de la iglesia, por la noche, visto desde la terraza
de mi casa, con el Monte Picayo al fondo”.
Una foto impecable. De
hecho ya la ha publicado. Una emergencia, supongo.
En estos siete meses y
medio Plati ha fotografiado de todo: naturaleza y fauna en primer plano con su
nuevo macro, ese que le hace ver cosas que los seres humanos normalmente ni nos
percatamos que están ahí; fotos nocturnas donde los elementos en movimiento
trazan caprichosas líneas multicolor; paisajes idílicos en la costa
mediterránea o en los Pirineos aragoneses; potentes imágenes en las que el
teleobjetivo ofrece una visión insospechada, como aquélla en que dos
contenedores situados en la playa del Puerto de Sagunto se superponen a los dos
tanques de almacenamiento de la regasificadora…
“No manipulo nunca el
tema. Los contenedores estaban ahí, iba con el 24-105 en la cámara, así que
tuve que cambiar de óptica y usé el teleobjetivo de 400 mm, me tuve que alejar
40 metros para igualar en el encuadre el tamaño de los contenedores y de los
enormes tanques, y para obtener nitidez en los dos puntos situados a tanta
distancia tuve que disparar con un diafragma f/38, el más cerrado que tengo, y
con una exposición de un segundo… ¡y eso que era a pleno sol!”. Cuestión de
creatividad, qué duda cabe.
De momento ni se plantea
que su trabajo pueda dar lugar a una exposición, aunque 365 fotos en un año
deben buscar su propia fórmula para ser disfrutadas, además de Facebook: quizá
el Espai Jove podría encontrar modelos alternativos, un punto de vista
distinto, pero no es un trabajo convencional, no es un material para
seleccionar cuarenta imágenes, enmarcarlas y colgarlas en una pared. Habrá que
usar la imaginación, una vez más.
Por ahora prefiere
disfrutar de su museo virtual y de las ventajas de la fotografía digital.
Plati, que empezó en el mundo de la imagen en la Emisora Municipal de
Televisión de Puçol, cuando apenas podía levantar las cámaras y magnetoscopios
de los vetustos Umatic, con sus enormes cintas analógicas de apenas veinte
minutos, es un enamorado de la tecnología digital, que ha dado una nueva vida a
la fotografía: “pero falta formación para tantos usuarios. ¿Por qué no hay más
cursos? Todo lo que se enseña hoy en día es postproducción, sobre todo
Photoshop, y con ello se consiguen imágenes impecables pero sin alma, falta el
punto de vista, el autor”.
Y, recordando sus
orígenes en la escuela de cine, la conversación se centra en esas
superproducciones de Hollywood: cine de gran presupuesto, pero sin alma, porque
falta la figura del director que dé sentido y coherencia a esos blockbusters
veraniegos cargados de efectos especiales. Hoy en día, muchas superproducciones
están en manos de directores que vienen de los efectos especiales y de la
publicidad: llenas de imágenes impactantes, pero sin alma.
En su repaso a algunas
fotos de las que lleva realizadas también tiene un momento para las personas
que más le ayudan desde el 2 de enero, porque el día 1 no estaba del todo
convencido y empezó 24 horas después, “lo que me convierte en el único del
grupo que este año haré 365 fotos, una cada día, porque es un año bisiesto”.
Y esas personas
imprescindibles en su día a día son dos: primero su padre, que es un auxiliar
indiscutible, el que cada día que puede le acompaña, con el inseparable
Manfrotto al hombro, para recorrer el paisaje del entorno de Puçol… incluso en
alguna ocasión ha sido esa silueta la protagonista de la foto del día, con el
mar al fondo; y después su mujer, que es a la vez su fan número 1 y su mayor
crítico: “Es la que decide qué foto debo publicar en cada noche cuando hay
varias para elegir. Ella no realiza una valoración técnica, sino que elige la
que entra mejor por los ojos… y siempre acierta”.
No le molesta que se
descarguen sus fotos. Es el reino de Internet, del “me gusta” y del
“compartir”. De hecho, reconoce una mutua dependencia con sus seguidores en
Facebook, que al principio apenas eran cuatro amigos y familiares, pero ahora
son muchos más.
“Una compañera de trabajo
me dijo que ahora cada mañana lo primero que hace es ver mi foto. Es una
necesidad mutua, yo también necesito que me vean”, confiesa con una sonrisa cómplice,
mientras se sienta, cansado ya de dar vueltas por la habitación sin encontrar
nada que pueda servirle para su foto del día.
La interacción con sus
seguidores le ha hecho variar algunas posturas, quizá excesivamente espartanas,
aunque nunca cambiará la necesidad de que la foto sea hecha en el mismo día, “porque
lo sabré yo y eso no puedo consentirlo”. Todo un ejemplo a seguir. Quizá
debamos corregir al artista y a las tres virtudes nombradas al principio
(creatividad, imaginación, perseverancia) haya que añadir una cuarta: honradez.
Un desafío es una
cuestión de honor y ha de cumplirlo al pie de la letra, aunque hayan sido sus
“lectores” quienes le han hecho añadir un título a sus fotos desde febrero,
algo que ayuda a diferenciar un animal de una planta (ese macro ve cosas que
uno nunca habría imaginado) o una rima visual con una valla de un mensaje
político (esos lectores que intentan ir por delante del autor).
También en el último mes ha
incorporado música a sus fotos. Para ser más precisos, ha añadido un link a un
tema musical de YouTube: es otra forma de entender su imagen, de llegar a su
público, de transmitir un estado de ánimo, algo fundamental a la hora de
enfrentarse a cualquier foto creada por un autor, por alguien que tiene cosas
que decir y lo hace cada día, con paciencia y con una técnica exquisita.
Durante una charla, que
se prolonga más de lo que exige cualquier noticia, porque además de un
excelente fotógrafo es un gran conversador, Plati coge ejemplos de aquí y de
allá y explica los detalles técnicos, los motivos por lo que hizo tal o cual
foto. Quizá no es consciente, pero está impartiendo clases, como sus viejos
maestros… sólo que ahora el maestro es él. Lo mismo que hace cada noche, cuando
cuelga su foto.
Una lección magistral cada
día.
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