Jamás el marxismo resolvió el problema económico de los pueblos. Su gran hazaña fué la lucha de la clase obrera contra la clase patronal, dueña de los medios de producción. Prometió solemnemente que, tras esa lucha, la clase obrera gozaría de un paraíso en la tierra. ¡Nada más falso! Millones de hombres, depositando su fe y confianza en el marxismo, enterraron sus ilusiones y sufrieron un terrible holocausto: gulags, campos de exterminio, tiranía atroz…
Sólo el hombre tropieza dos veces en la misma piedra. Ahora sufrimos una reestructuración económica difícil. Toda Europa está preocupada en esa tarea. Son tiempos difíciles. No hay plena solución del paro, origen de todos los problemas sociales. Y, al igual que en otros tiempos, vuelve a aparecer un neocomunismo utópico con sus arengas revolucionarias. Me refiero a PODEMOS. La experiencia nos enseña que no existe nada nuevo. Las revoluciones se repiten. Alguien ha dicho que examinar con atención requiere contemplar lo que a otros les sucedió y extraer una enseñanza. Algunos prefieren engañarse y adherirse a visionarios dogmáticos, que nos hacen ver real lo que es simplemente una ilusión.
La prestidigitación política nos ha dado serios sobresaltos. Hoy no existen salvadores. Los comportamientos se repiten: Marx engañó, Lennin y Stalin engañaron, Mao superengañó y todos sus correveidiles nos han vuelto a engañar. Nadie da duros a peseta. Retornan las viejas filosofías que ofrecieron hermosas expectativas. No existe nada nuevo bajo el sol. Todo el mundo sabe cuál es el principio clave de la economía: No gastar más que ingresamos. Hacer lo contrario conduce a la pérdida del bienestar social y al empobrecimiento ciudadano. Algunos aprovechan estas situaciones para su propio beneficio político. El ladrón entra cuando encuentra las puertas abiertas. Hay gente inteligente que sabe el momento preciso de actuar, conoce la psicología del pueblo. Este es el caso de Podemos. Herramienta de venganza social que aprovecha la flaca situación económica y la frustración agresiva de los ciudadanos. Podemos alienta a la rebelión contra los que él señala como castas, animándoles a que rompan sus escaparates y acaban con el régimen constitucional.
Al edificio de España le han arrebatado las llaves y lo que no son las llaves. El mal está hecho y conocemos a sus autores. Todos pedimos para ellos la máxima justicia, lo cual no justifica que perdamos la cabeza y nos vendamos al primer postor, que espera aprovecharse sagazmente del momento. Fíjense lo que unos de ellos, Juan Carlos Monedero, ha dicho: “Cuando no sepas qué hacer, piensa qué haría en ese caso Chávez”. ¿Saben ustedes quién fué Chávez?... Fué presidente de Venezuela y llevó a la rica y petrolera Venezuela a la mayor de las catástrofes económicas, e impuso una dura tiranía. Hundió y arruinó su país, cerró los medios informativos que no bailaban su revolución, dejó a su país en la mayor de las miserias. Hoy en Venezuela la leche es un producto de lujo. Ese es el señor Chávez que se nos propone como modelo.
No podemos olvidar que a las izquierdas les gusta más sumar que restar. Poseen, no lo ponemos en duda, un gran corazón social. Prometen la luna: trabajo, reducción de impuestos, subida de pensiones, y muchas ayudas sociales… Ignoran que en economía para sumar primero hay que restar: pagar las deudas, controlar los gastos, equilibrar entradas y salidas… Un ejercicio no precisamente grato y popular, como tampoco lo es la receta del médico. Hacer lo contrario nos condenaría a la bancarrota económica. Las bellas promesas son una delicia, pero también tumba de muchas ilusiones. “Las restas” nadie las desea. Se prefiera la música a la letra. Es muy agradable llevar falsamente la alegría al corazón del ciudadano, pero peor es la desilusión y el desengaño.
Podemos ofrece la fórmula mágica, un paraíso social (al igual que hizo Carlos Marx). Me disgustaría mucho que nos tomara el pelo. Engañar les viene de familia. Lo poco que sabemos de su programa económico es disparatado y simplista. Tocan y tocan su flauta mágica,
Jaime García (Alcalde de Rafelbunyol)Prometen y prometen frente a las castas un paraíso social y un pueblo feliz.
He dicho al principio que jamás el marxismo resolvió la economía de los pueblos. Supieron ofrecer a un pueblo desprotegido una impresionante pirotecnia de ilusiones, pero de aquellos fuegos fatuos sólo quedaron cenizas y muerte. Manifiesto a los grandes partidos, PP y PSOE, que no tomen a Podemos como una mera anécdota. Hoy más que nunca se precisa que ambos partidos cambien el paso y tomen en serio el tema. Incluso les indicaría que dejen sus rencillas en la trastienda y, si fuera preciso, unieran sus fuerzas para impedir que España se monte sobre una gran ola de descontento.
Termino con aquella frase de Indalecio Prieto: “Los hombres, vencedores o vencidos, pasan, y España queda. O debe quedar. A fin de que quede España, la concordia ha de extinguir los rencorosos afanes de mutua venganza”.En otras palabras, tanto el PP como el PSOE, al margen de sus diferencias, deben, hoy más que nunca, aparcar sus diferencias y pensar en España.
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