Una de las frases que más han aportado a la filosofía socio-jurídica de la historia es aquella en la que Kant dijo algo así como que el hombre es un fin en sí mismo, no un medio, es decir, el hombre tiene valor por sí mismo, tiene dignidad de esa dignidad emana un elemento irreductible cuyo valor es siempre absoluto y de donde dimanan todos sus derechos.
Esto que es el gran avance que dio soporte a las revoluciones liberales y a la primera carta de derechos civiles que fue en Estados Unidos (aún no eran Estados Unidos) en 1776 en la Carta del Buen Pueblo de Virginia, es lo que invalida los razonamientos anteriores donde la colectividad era la que tenia derechos y la que otorgaba razón de ser al individuo. El individuo no es nada, pero si perteneces a los patricios, pues gozabas de una super vida que no veas, te dedicabas a la política, a ir al circo ( grada con sombra), orgías varias, ya se sabe, la vida del patricio. Si eras plebeyo, pues a tu negocio, también a ir al circo pero con toda la solanera, también te montabas tus fiestas pero no en Pacha sino en un pub de la época. Si eras esclavo pues ya sabes, majetón.
La violencia que se produce en el núcleo familiar es, toda ella, una violencia que genera mucha desgracia, mucha pena, muchas aflicciones. Da igual quien la provoque, los hijos sobre los padres, los padres sobre los hijos, el padre sobre el resto o…la madre. La violencia en el núcleo familiar es destructiva porque tiene mucho más que destruir y además, destruye elementos muy sensibles como son los lazos afectivos, los familiares y las empatías emocionales.
Esta violencia cobra mayor impacto cuando, además, es asesinada una persona. Los crímenes pasionales son, pese que a muy antiguos, muy actuales. Son sangrientos y despiadados. ¿Quién suele actuar de forma tan impulsiva? El hombre, por una cuestión meramente sexual, el hombre, cuando siente ira, destruye. La mujer funciona de otra manera. Esto no lo digo yo, lo dice D. Golemman en su best seller Inteligencia Emocional.
Pero la persona es mucho más que lo influido por su naturaleza y su sexo. A esa persona le afecta la experiencia, lo aprendido, lo intuido, muchos más factores que configuran a la persona como tal que es la que es sujeto de derechos y obligaciones.
Con la llamada violencia de género, se están llegando a unos extremos altamente peligrosos que, encima, ahora son ley. Una ley que no puede discriminar por razón de sexo, raza o religión pero que, en este caso, se hace una excepción.
El Art. 1 de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género dice lo siguiente, al loro:
1. La presente Ley tiene por objeto actuar contra la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia.
Este es, sin duda, el retroceso más grande que se haya dado y la oportunidad perdida para intentar regular una realidad destructiva que ahora está de moda por ese egoísmo y ese desmantelamiento que se está haciendo de la familia.
La misma base que justificaba antiguamente que el hombre era el que mandaba en la casa y podía hacer lo que quería porque él era el hombre y ya está, ahora se esgrime pero al contrario. No se ha cambiado la situación, simplemente se ha cambiado de sujetos activos.
Los hombres no ejercen el poder en las relaciones y por ello generan discriminación, son las personas. No se puede estigmatizar a todos los hombres del mundo mundial. A nivel coloquial sí que se puede : “los hombres son unos brutos, unos desastres” pero no a nivel legislativo.
Esta obra a la mediocridad, es generada por ese lobbie feminista ( en palabras de Pérez-Reverte “feminazi”) que, criticando que algunos hombres hagan el cafre en su casa porque piensan que por ser hombres pueden hacerlo, usan la misma base argumental, el sexo, en la misma discriminación, para generar una ley que, pese a que el Tribunal Constitucional la haya declarado constitucional, atenta claramente contra la Carta Magna.
Lo relevante de la violencia domestica es que se produce en el seno familiar, normalmente del que ostenta el poder contra el débil. Esto es lo relevante. Es una lacra que hay que atacar desde la educación, amparada por una ley que castigue al que pega, chantajea o mata a alguien con el agravante del vínculo familiar y con el de superioridad o abuso de poder.
La mujer, como persona, tendrá el valor personal y social que ella misma se sepa ganar. Su liberación y el movimiento feminista fue necesario para acabar con esa injusticia que las mantenía apartadas de la vida social y política por el hecho de ser mujeres. Pero una mujer no tiene valor en si misma por el hecho de ser mujer, lo tiene por el hecho de ser persona y esto engloba su condición sexual, su trabajo, su educación, su labor social y familiar, su experiencia, etc… esto es lo que tiene valor propio.
No son las comunidades de personas las que tienen derechos, son las personas. Las Comunidades Autónomas no pagan impuestos, lo pagan las personas; los sindicatos no tienen derecho de huelga, lo tienen las personas; los hombres no son los que ejercen violencia doméstica, en muchos casos sí, en otros son los hijos y en otros, también, las mujeres. Porque las violentas son las personas, no el género entero.
Haciendo este tipo de leyes, o escuchando estupideces y sandeces como la de Pajín, o antes Aído, retrocedemos en la historia a volver a juzgar a las personas por una condición parcial y no por sus hechos. No solucionan el problema actual y generan otros nuevos, o sea, la historia del gobierno de Zetapé.
Y encima aparece el Cardenal Richelieu Rubalcaba diciendo que primero los niños y luego la presunción de inociencia. Y aún no ha dimitido. Maldita la gracia que diga eso el Gobierno que ha dado a luz a la ley del Aborto.
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