Miguel Navarré, alcalde de Casinos. /EPDA El éxito en Casinos en las pasadas elecciones municipales del grupo Compromís, hay que plantearlo en términos de conexión muy profunda con el vecindario de la localidad. Partiendo desde el municipalismo, el político tiene que conocer con la mayor exactitud las necesidades de sus vecinos y del amplio movimiento asociativo. Conocer los problemas reales e ir aplicando soluciones realistas sin demora. En Casinos hemos sido conscientes desde el primer momento de que el voto siempre es prestado; al votante y al no votante hay que escucharlo para poder impregnarse de sus intereses e inquietudes. Solo así se consigue una sinergia en la que el municipalismo avanza. Por otra parte, para que el municipalismo no se detenga, el político también tiene que impulsar la dirección municipal: ¿Cuáles son las prioridades para que un pueblo crezca? ¿Cómo se puede conseguir un crecimiento —económico, social y cultural— justo que llegue al máximo número de personas de la población? La vecina o el vecino debe sentirse partícipe del proceso de transformación y evolución de su pueblo. Solo así se consigue que se mantenga el vínculo de la clase política con el representado.
Este axioma — a mi juicio— sería extrapolable a otros niveles de administración, como la autonómica, estatal o la europea. La cercanía de un político se mide en su capacidad para escuchar, conocer y dar respuesta a las necesidades individuales de sus representados —desde el hijo de obrero que necesita una beca de estudios, pasando por el autónomo que tiene dificultades para llegar a fin de mes, la persona en desempleo que necesita mayor formación para ocupar nichos de empleo, el agricultor que pierde poder adquisitivo o el usuario que tiene demora en una operación quirúrgica—, por poner solo unos pocos ejemplos. La cercanía se demuestra sin excluir a nadie. Habrá que ver qué sucede a nivel autonómico, donde por primera vez en la democracia, entrará a gobernar parcelas de poder un partido que en su ideario tiene un concepto de familia muy restringido —quien les habla estaría excluido de dicho concepto— y que cuestiona la necesidad del feminismo (habrá que recordar que el feminismo es la lucha por la igualdad efectiva de derechos) o el concepto de violencia de género, o de matrimonio igualitario. Incluso he leído que proponen la "reconstrucción moral de España".
Pero como en Casinos, el resto de España se construye moralmente siempre gobernando para todas y todos, sin excluir a nadie, aplicando la ley y manteniendo el vínculo con la ciudadanía –con empleo y salarios dignos, seguridad, condiciones de vida dignas en todos los ámbitos, una política educativa y cultural integradora, una política social inclusiva y una política que atienda a la familia, entendida en sentido amplio y diverso. Eso es —o debería ser — gobernar para todas y todos.
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