Francisco José Adán. Las elecciones en Europa han dado un resultado preocupante y espeluznante que debe poner en seria alerta a los líderes democráticos de todos los países europeos.
Por descontado, no me refiero al triunfo del líder socialista del que supongo que mi ruidoso vecino de arriba dará buena cuenta y si no lo hace hoy, ya lo hará. Me refiero, por supuesto a lo ocurrido en Grecia que no tiene gracia.
En los años 30 en Europa y ya antes en la Rusia zarista (la de Kerensky , no la de la monarquía absoluta del Zar), los movimientos autoritarios surgieron como respuesta política al descontento social ante la inoperancia de los partidos centristas ante las crisis producidas en cada país por circunstancias distintas. Lo que sí que era común era la galopante crisis, el hambre, el paro… la quiebra.
En Grecia, tras un –desastroso se queda corto- infame gobierno socialista, donde se disparó el gasto público hasta lo absurdo y donde el fraude de estado y ciudadanos era el pan de cada día, han finalizado estas elecciones y los partidos neo-nazi y de extrema izquierda han llegado al parlamento con un discurso antiguo, desfasado, casposo pero también peligroso. Y ese discurso, habida cuenta de los resultados, ha calado en buena parte de la población. Más o menos lo mismo que pasaba en la Alemania de los años treinta.
Una Grecia que ve comprometida, a partir de ahora, no solo su compromiso de futuro de control y de permanencia en la UE sino, además, comprometido el dinero que la UE le ha prestado.
Le Pen radical
Los discursos radicales- en Francia lo acabamos de observar con Le Pen- tienen su caldo de cultivo en el descontento del ciudadano que busca reforzar su sentimiento de nación ante una crisis que siempre es culpa de otros.
Europa ha de, pronto, empezar a dar los pasos para no caer al siguiente apocalíptico escalón, consistente en el pánico nacional y para eso ha de fijarse crear una agenda de crecimiento basado, no en la economía sin fondo, sino en la economía que sirve al ciudadano para poder vivir mejor. Una economía que sirva a las empresas para crear puestos de trabajo y no empresas que sean improductivas.
Sobre todo una economía basada en el libre mercado, pero la libertad no libertinaje. Una libertad sometida a la ley y al uso responsable de la economía.
Grecia está condenada a dejar la UE y aunque esto suponga un fracaso para la Unión, no deja de ser un mal necesario pues la Unión Europea ha de decir que no queda café en este “café para todos” español exportado a Europa ya que demasiada cafeína ha repartido en los años de bonanza.
Los líderes europeos han de empezar a cambiar el mensaje de austeridad para ir combinándolo con el de progreso y , a la vez y por lo que a España se refiere a dar ejemplo recortando puestos políticos pero eso no evita que en esta guerra haya bajas, en este caso, que se Grecia, no deja de ser un mal que , es asumible.
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