Carles López Cerezuela.Los estilos se alimentan. Se engordan. Se nutren. Se construyen con un
alud de polvo de estrellas, de pequeños gestos imperceptibles, de
células vivas pero invisibles. Los estilos son un virus que ataca todas
las células del equipo. Los estilos se hacen de manera inconsciente,
pensando que lo que haces es lo normal, que no existe una forma mejor de
hacerlo. Los estilos nacen sin darte cuenta. De pronto, descubres que
tienes un estilo de hacer las cosas y que ese estilo es diferente al de
los demás.
Guardiola creó un estilo en el Barça. Una manera de jugar al fútbol
nueva o mejor una manera nueva de entender el fútbol. Las lineas que
delimitaban el campo no eran límites para esa nueva esencia, dentro y
fuera del campo el Barça jugaba a algo nuevo, el perfume de un juego,
filosofía ateniense al servicio del aficionado.
El periodismo deportivo se empeña en buscar un cambio de ciclo cuando
debería buscar un cambio de estilo. Un club de fútbol es una casa sin
ventanas, cada vez que se abre la puerta entra aire y sale aire.
Guardiola se fue cinco minutos antes de que la puerta se abriera.
Desde entonces el Barça da vueltas sin cesar a la búsqueda de un
delicado equilibrio. Cuando la magía era imprevisible, cuando el
silencio era síntoma de control, cuando la elegancia viajaba en autobús.
Se dice de Guardiola que es terriblemente obsesivo y perfeccionista en
el análisis y la racionalidad. Sin embargo, lo que más otorga valor a
Guardiola es un aura, una actitud. La sensación de ser invisible pero
estar en todas partes. Conseguir meterse en la mente de los jugadores
hasta conseguir que interioricen un mundo nuevo, una nueva mirada, un
nuevo juego, una nueva melodía que no te puedes quitar de la cabeza.
Para Martino hacerse cargo de una plantilla con la mente todavía en
Guardiola era dificil. De hecho es imposible. Es un grupo humano que
sabe jugar a lo que jugaba. Y los contagios del "entorno" no ayudan a
mejorar la situación.
Guardiola y Martino. La cara y la cruz de diferentes monedas.
Guardiola construía un armazón estable y constante. Martino resquebraja
el equipo y lo convierte en inestable. Va y viene. Guardiola era como
una ola del mar que va a la playa. Constante. Implacable. Obligatorio.
Con Guardiola el balón acariciaba el cesped. Con Martino el balón silba en el aire.
Con Guardiola casi nadie podía dar más de dos toques. Con Martino nadie
parece querer dar menos de dos toques. El balón se pega a las botas en
lugar de circular. Las arterias se embozan cuando el balón se hace
farragoso.
Guardiola abría el campo en banda para construir un imprevisible juego
interior. Martino abre el campo para construir un previsible juego
exterior.
Con Guardiola la presión defensiva era ofensiva, los jugadores corrían
como locos para recuperar el balón. Con Martino la presión defensiva es
defensiva y los jugadores corren como locos detrás del balón.
El Barça de Guardiola tenía el abrelatas de cualquier defensa de
futbolin. El Barça de Martino voltea el futbolin de la desesperación.
El equipo de Guardiola diseñaba el juego como materia troncal. Para el Barça de Martino el diseño es una optativa.
Con Guardiola cualquier jugador sabía lo que hacer con el balón. Con Martino nadie sabe qué hacer con el balón.
En el Barça de Guardiola corría el balón. En el Barça de Martino corre todo el mundo.
Con Guardiola Messi sonreía. Con Martino Messi se aburre.
En el Barça de Guardiola nadie podía derribar a Messi. En el Barça de
Martino es Neymar el que decide andar siempre por el suelo.
El Barça de Guardiola tenía siempre un as en la manga. El Barça de
Martino tiene siempre dos ases visibles. Los individuos definían al
equipo ahora los individuos deciden el equipo.
Con Guardiola el fútbol se alegraba y con Martino el futbol se entristece.
En el fútbol hay solamente un secreto para la magia. Que nadie te pille
el truco. Si la magia deja de ser imprevisible deja de ser magia y pasa a
ser lo de siempre. Y jugar a lo de siempre es competir con los de
siempre. Jugar a lo que nadie juega es no tener competencia.
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