El destino quiso que hace muchos años cambiaras las llanuras manchegas por el mar Mediterráneo. Toledano de nacimiento y valenciano de adopción, afrontaste este giro con una valentía admirable necesaria para luchar por un futuro digno –que hasta hace unos días fue tu presente- puesto que lo lograste…
Un hombre vestido de los pies a la cabeza, que acogió con los brazos abiertos a las familias –que como nosotros- vinimos después entre la incertidumbre y el miedo.
Trabajador incansable, humilde, generoso, auténtico, mañoso, amable, rebosante de cariño… Así eras tú.
Jamás olvidaste tus raíces a la vez que semilla a semilla fuiste cultivando tu cosecha propia y más especial: tu familia. Tu esposa Victoria, tus hijos Mayte y Juanlu, tus hijos políticos Santi y Mª Carmen y tus nietos Susana e Iker, son tus frutos más preciados y a los cuales te encargaste de mimar de una forma tan sumamente minuciosa que quedarán en conserva durante muchos años sin perder ningún valor de todos aquellos que añadiste en la elaboración de la producción de lo que ha sido y sigue siendo –gracias a ti- una familia ejemplar.
Nunca te gustó el protagonismo, el ruido… a no ser que se tratase de los petardos y el ambiente fallero, o de los pájaros que sobrevolaban tu casa en el monte, o del gentío con el que nos entremezclábamos en aquellos maravillosos viajes a lugares como Benidorm o Tenerife, o de las risas de los tuyos.
Pero de la misma manera que la muerte es inevitable, también lo es el hecho de que no hayas podido pasar desapercibido para nosotros. Has sido nuestro HERMANO, esa sería sin duda alguna la palabra más adecuada y sincera para definirte.
El pasado 5 de septiembre, el destino no te dio elección y volvió a obligarte a emigrar. Pero esta vez tu rumbo está alto, muy alto, tanto como te mereces. Has subido al podium del final de la carrera vital, quizá demasiado joven, pero con la medalla de oro como campeón olímpico de lucha humana.
Y sabemos que te marchaste tranquilo, ya que tu último suspiro de vida fue oído, visto, sentido e incluso compartido por tus seres más queridos.
Va a resultar complejo echarte de menos, pero intentaremos ser positivos y pensar en lo privilegiados que nos sentimos por el hecho de haberte conocido y haber compartido cosas tan intensas contigo, que desde luego han dejado huella en nuestras almas y un estigma perpetuo en nuestros corazones. Estamos muy orgullosos de ti, y nuestras familias seguirán –como siempre- unidas en una misma.
Allá donde estés – y versionando una famosa y bonita frase- ten presente lo siguiente: “Sólo te olvidaremos el día en que un artista fallero sea capaz de crear y plasmar el sonido de una de nuestras lágrimas al caer”…
Hasta siempre, Luis.
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