Agustín Melchor, a la derecha. FOTO EPDA Hace años, cuando era joven los Pekeniques, un grupo musical muy moderno de la época de los años setenta, nos decía: “Siento que ya llega la hora que dentro de un momento te alejarás al fin; quiero que tus ojos me miren y que siempre recuerdes el amor que te di. Pero quisiera que sería y al recordar comprenda lo que has hecho de mí. Solo me queda la esperanza que como el viento al humo te apartes ya de mí… Todo da igual ya nada importa todo tiene su fin”.
Hoy es el día de hacer balance, Agustín llega tu hora, la de mirar a Torres Torres y sentir lo que has hecho por mí, y lo que tu pueblo ha hecho por ti. Nunca se aparatará de tu corazón lo que fue tu pueblo, lo que estos años ha sido tu alcaldía, nunca dejarás de recordar cada día vivido, cada momento soñado, cada instante trabajado, porque con tu forma de ser has dejado impresa esa huella como el viento y el humo que navegará por encima de tu pueblo.
Hoy es el día de la esperanza de una nueva vida, la que a partir del sábado empezarás a vivir, dejando atrás el peso de servir a tus vecinos, el peso de compartir tu vida con ellos, el peso de ser el padre del pueblo las veinticuatro horas del día.
Tus ojos pueden mirar alto, con la frente elevada, con las miras que van del ayer al hoy. Del ayer de aquel Torres Torres que encontraste, del hoy del Torres Torres que nos dejas. Ese es tu balance, el balance del alma de las cosas hechas con pasión y con humildad. “Todo da igual ya nada importa…” a ti nunca te dio por que todo fuera igual, siempre quisiste lo mejor para tus vecinos, lo mejor para tu pueblo, por eso al llegar este momento de que “todo tiene su fin”, es un momento de alegría, es un momento de reencontrarte contigo mismo y “recordar el amor que te di” recordar el amor que hemos recibido, el trabajo que nos has proporcionado, y lo majestuoso de tu recto obrar, la sencillez que te ha caracterizado.
El amor por Amparo
Recordar el amor que te di, supone volver a vivir tu amor de juventud con Amparo, la que siempre ha estado a tu lado con esa exquisita finura y forma de ser. Amparo la agradecida, la sencilla, la discreta, la que te acompañó todos estos años. A partir de este momento podrás devolverle “todo el amor que te di” a partir de hoy, podrás sentir la hora de no alejarte de ella. De verdad que os merecéis los dos estos años de vida que os quedan por vivir.
Recordar el amor que vas a poder entregar a tus hijos y a tus nietos, y saber que los vas ha hacer con toda la intensidad, porque de nada te va a valer, que haya llegado el fin de tu mandato… Hoy coges un generoso bastón de mando, el de educar y enseñar a tus nietos, tu gran vocación magisterial. Agustín, disfruta de tu familia, de tus amigos, de tus vecinos, de todos los que te queremos.
El fin de la alcaldía es el principio de una nueva vida. La puerta grande se abre ante el maestro, como las torres, los baños árabes y tu pueblo re rinde ante ti, ante ese Alcalde, buen hombre y gran amigo que se llama AGUSTIN MELCHOR.
Que tu Torres Torres, amante y agradecido sepa valorar siempre el amor que has derramado sobre el y sus vecinos, y aunque el tiempo devore la tierra y el olvido sepulte la historia, en medio de todo perdura el amor. Tu amor a Torres Torres, tu amor a tu familia y sobre todo tu amor a y por Amparo.
Gracias Agustín, por todo cuanto nos has dado, y ahora a disfrutar de todo lo que te rodea. Te lo mereces de verdad.
Tu amigo, el que desde el silencio todo lo ve y lo capta. Gracias.
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