Héctor Català durant els Jocs Paralímpics. EPDA. ¿Cómo han sido estos años de preparación para los Juegos Paralímpicos?
Todo viene de una decisión de 2016 y 2017, cuando decido dejar el trabajo que tenía como ingeniero y apostarlo todo hacia el deporte. Me tiré a la piscina sin saber si tenía agua, porque en ese momento mi categoría no estaba ni incluida en los Juegos. Pero era lo que me decía el corazón. A partir de ese momento soy consecuente con la decisión, porque pasa a ser tu hobbie a tu profesión, por lo que eres deportista 24 horas. Ha sido un camino en el que he crecido como persona y como deportista, y sin duda lo volvería a hacer.
¿Fue dura la decisión de dejar de lado lo que habías estado haciendo hasta ese momento por el deporte?
Más que dura fue difícil, porque era salirse mucho del camino, porque era dejar un trabajo estable en un momento complicado. Fue una decisión arriesgada. Pero solo se vive una vez.
Comentas que lo que querías era implicarte al cien por cien. ¿El objetivo era en ese momento llegar a los Juegos Paralímpicos?
En ese momento no, yo no empiezo pensando que quiero llegar aquí y ganar. Pensaba en vivir el sueño, y para mí este sueño no termina en los Juegos, es un paso más. Es mejorar y aprovechar cada día. Creo que quedan muchas medallas por ganar, porque si no después de esto me retiraría.
¿Esa dedicación ha podido repercutir en tu tiempo o tu vida personal?
Tengo grabado a fuego una frase de mi padre: “Hagas lo que hagas, no lo hagas a medias”. Tenía claro que si apostaba por el deporte que no me quedara a medias tintas. Evidentemente es una vida muy fuera de lo común, que implica no salir a cenar durante todo el año, cuidar la alimentación, aunque suene muy extremista. Es todo lo contrario a lo que se considera una vida normal, pero para mí significa una vida más plena, que me ha sumado mucho a nivel personal.
Cuando ibas viendo que cada vez tenías más posibilidades para clasificarte ¿Qué sensación tenías?
Siempre he intentado pensar partido a partido, porque sino te desvías del objetivo a corto plazo. Aunque el objetivo era clasificarse para los Juegos, para ello es importante dar tu máximo todos los días. Pensaba en eso, sabía que tenía que acercarme, pero desgranaba el camino en pequeños pasos, y creo que eso ha sido la clave.
Volviendo a los inicios de este camino, has comentado que en tus primeros años intentabas ignorar el problema de visión, que cada vez se iba haciendo más evidente.
¿Cómo ha sido ese proceso de aceptación?
Soy de un pueblo pequeño, todo el mundo me conoce y sacar a la luz mi problema de visión iba a generar comentarios. Era una edad en la que no querías destacar en ese sentido, querías ser uno más. Y con el paso de los años y con la madurez me di cuenta de que mi mayor problema iba a convertirse en mi punto fuerte y lo que me iba a diferenciar. Ahora la gente me conoce por eso, y también se le olvida. Es señal de que estamos haciendo bien las cosas.
¿Crees que no hay suficiente apoyo o información para este tipo de problemas en los jóvenes?
Probablemente, pero también es algo muy personal. Al final te pueden ayudar muchos profesionales, como la ONCE y demás, pero es algo que tiene que salir de ti. Tienes que ser tú el que cambie el chip, y asumir que hay muchas cosas que no vas a poder hacer, pero que hay también nuevas oportunidades que vas a poder disfrutar, y en mi caso han superado con creces mis expectativas.
¿Por qué surge el interés por el triatlón y no por otra modalidad?
En mis años de universidad cogí un poco de peso y empecé a correr. El triatlón parecía el camino lógico, porque también nadaba y cogía de vez en cuando la bici. Lo probé en 2010 y me encantó. Me apasionó desde el primer momento, aunque en aquel momento era algo totalmente amateur. Al ser tres disciplinas diferentes dentro del mismo deporte siempre hay algo que mejorar, y me considero bastante inconformista.
¿Qué ha sido lo más complicado a lo que te has enfrentado desde que comenzaste?
Los inicios, como a cualquiera que preguntes en el mundo del deporte. Hay muchos momentos en los que tienes que decidir. Recuero que en 2015 tenía que ir a Londres, y en aquel momento me parecía un mundo, pero finalmente me arriesgué y fui. También cuando piensas que vas a ser el mejor o vas a arrasar y te tocan lecciones de realidad, que me hicieron darme cuenta de que si quería que mi camino fuese este tenía que trabajar muy duro.
Durante los Juegos también has comentado que en ocasiones te encontrabas al límite. ¿Qué te dices en esos momentos?
En el momento de la carrera ni siquiera pensé, solo ejecutas. Fue una situación muy límite, porque cuando terminé estuve a punto de convulsionar, estaba a 41 grados y tenía un golpe de calor. En esas dos últimas vueltas iba por inercia. Estás simplemente deseando que termine, porque el malestar es brutal.
¿Te ves yendo a intentar ganas el oro?
Desde luego. Me apetece mucho seguir y me apasiona lo que hago, el día a día me gusta demasiado., y mientras siga siendo así no voy a ser yo el que me ponga límites. París está a la vuelta de la esquina. Queremos cambiar el color, conseguir el oro, y seguir compitiendo. La plata está muy bien pero ahora ya forma parte del pasado y hay que seguir escribiendo este libro.
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