Ana Gómez Cada hogar es un mundo. Hay matices, costumbres y valores
que conforman a las familias de formas diferentes, tanto como las personas. Lo
que es cierto es que la radiografía de los hogares ha ido cambiando en las
últimas décadas enormemente.
En esa evolución se consolidan los hogares
monoparentales, de los que el 86% están encabezados por mujeres, según datos de
la Fundación Adecco. En España hay 1.878.500 hogares formados por un adulto y
uno o más hijos, mientras que en Valencia la cifra se sitúa el 10%.
Al frente de esas familias se sitúa generalmente una
mujer valenciana, divorciada, entre 41 y 50 años, a cargo de un hijo, con
trabajo y que vive sola con sus hijos. En su mayoría son mujeres, que lideran
un hogar con responsabilidades no compartidas y que priorizan la flexibilidad y
el horario de sus empleos.
Son mujeres valientes, porque renuncian a puestos con
menor cualificación, acuden a jornadas parciales, o tienen salarios muy bajos
que les obliga a combinar con segundos empleos. Y esto va asociado a otro dato
que abre todavía más la brecha de la desigualdad: Más de la mitad de los
hogares monomarentales en la Comunidad Valenciana se encuentran en riesgo de
exclusión o pobreza.
Está comprobado que la inestabilidad del empleo y las
dificultades para conciliar la vida personal y profesional desencadenan
situaciones de exclusión. Por eso, y para romper ese ciclo de feminización de
la pobreza, más que nunca son necesarias medidas de igualdad y de flexibilidad
laboral.
El camino de los hogares liderados por mujeres debe dejar
de estar enfocado hacia la exclusión. Más allá de las responsabilidades no
compartidas, hagamos que las mujeres dejemos de ser valientes y vivamos en una
situación de igualdad real.
Periodista
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