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Antonio
tiene una empres de seis trabajadores. Con cierta frecuencia
hace pagos a la administración. Una de las empleadas de Antonio ha
aprendido a bajar los impresos de la web y rellenarlos en pdf. Antes
tenía que ir a recogerlos a la administración correspondiente.
Se ha modernizado. Tras rellenarlos los imprime y va al banco a
pagarlos. Hace una cola de veinte minutos y consigue pagar en
efectivo los trámites que llevaba. Tarda en llegar al banco
quince minutos y quince más en volver a la empresa. Como la empleada
cobra 10 euros la hora el trámite le ha costado a la empresa 10
euros. Esos diez euros son coste directo, no incluyen el coste de
oportunidad de producir otra cosa, ni el riesgo de manejo de
efectivo, ni el riesgo de accidente laboral). Sin embargo, hace
ya años que el banco permite pagar a través de su servicio de banca
por Internet esos impuestos con lo que esa empleada podría en menos
de cinco minutos pasar esos impuestos con un coste de 70 céntimos
para la empresa.
¿Por
qué Antonio sigue haciéndolo de la misma manera? Las
coartadas son variadas. Todos los Antonios encuentran un motivo.
Para
empezar Antonio puede que no se fie de darle las claves de Internet a
su empleada porque para Antonio Internet es un lugar de fraudes
frecuentes y posibles desfalcos porque siempre que sale en la tele es
por algo malo. Sin embargo si que se fia de darle a una empleada casi
tres mil euros para que vaya con el coche a una entidad bancaria
y esté media hora en una cola hasta que le cogen el efectivo.
Antonio puede pensar también que haciéndolo así, si alguien
se equivoca será el banco y si lo hace su empleada sus fallos
deberán ser asumidos. Es una curiosa manera de construir la
pereza tecnológica pero de todo ahí.
Antonio
seguirá haciéndolo como toda la vida mientra Antonia fundará una
empresa del mismo sector sabiendo hacer las cosas por Internet.
Pero igual Antonio para entonces ya está jubilado. Eso sí, durante
muchos años contribuyó a una improductividad manifiesta de
pereza tecnofóbica.