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Sorprende
que en los últimos tiempos las fuerzas nacionalistas vascas hayan
optado por guardar una mayor moderación en sus exigencias
políticas desde el momento mismo más o menos coincidente en que
allá por el año 2012 estallara la reivindicación
nacionalista en Cataluña cuya presencia en este territorio era
considerada no determinante en el devenir político y social
catalanes hasta entonces.
La
aparición del independentismo catalán como una fuerza
política activa de primer orden en un territorio que posee
alrededor del veinte por ciento de la población total de todo el
país ha marcado y marcará en el tiempo uno de los principales
problemas en la integridad territorial española; quizá muy
especialmente por producirse en una situación de gran crisis
económica que afecta indefectiblemente a la razón misma de su
ser social.
El
nacionalismo vasco se ha situado a la sombra del movimiento
independentista catalán, advirtiéndose cierto paralelismo
entre un movimiento y otro que parece obedecer a una idea
preconcebida como si fuera un proceso calculado de manera
milimétrica que va señalando su acción política en función de la
pujanza del independentismo en Cataluña y su progreso
frente a un Estado vacilante en ocasiones , ya de por sí debilitado
por el desprestigio de alguna de sus instituciones en medio de una
crisis económica de gran repercusión en el bienestar de la sociedad
y en la estabilidad de su necesaria cohesión social que mantiene su
estructura y su función política desde la estabilidad y con la
estabilidad.
Lo
que puede suceder en Cataluña o en el País Vasco no afecta
únicamente a sus habitantes y al ejercicio de su propia libertad
sino también a todo el territorio de la nación, fundamentada ésta
en su estructura política como extensión de su cohesión social y
económica. Lo que suceda en un lugar sucederá en otro , no por
la práctica de dote adivinatoria alguna sino por el ritmo y los
tiempos en que el nacionalismo independentista parece moverse frente
al Estado y la nación toda, entendiendo España como una suma y
no como una resta, como una realidad y no como una probabilidad.