Robert Raga, alcalde de Riba-roja de Túria. /EPDA Ha pasado mes y medio desde que aquel sábado del pasado mes de noviembre un temporal de lluvia y viento irrumpió con todas sus fuerzas sobre la Comunitat Valenciana. Barrancos desbordados, bajos anegados e inundados, tráfico colapsado y numerosos daños sobre edificios, viviendas y mobiliario urbano fueron algunas de las múltiples consecuencias que dejó a su paso por la Comunitat este primer episodio atmosférico de otoño. Todavía recuerdo con enorme nitidez la visita que realizamos el equipo de gobierno de Riba-roja de Túria al día siguiente al área de viviendas más afectadas por las intensísimas lluvias que cayeron sobre el municipio. Tras los más de 170 litros por metro cuadrado recogidos en pocas horas, alguna persona mayor se nos acercó con los ojos vidriosos por la emoción de los hechos vividos horas antes y nos aseguró que lo sucedido “no lo hemos visto nunca”. Fueron las palabras más repetidas entre nuestros mayores durante aquellos días. No sólo se trataba de consolarles por la angustia vivida sino, sobre todo, de poner en marcha medidas urgentes e inmediatas para paliar las pérdidas materiales. En esos momentos es cuando nuestros vecinos más necesitan de su administración más próxima.
En efecto, fueron momentos duros, de zozobra y de incertidumbre ante un temporal “excepcional” e “inédito” como refrendaban algunas de las personas con las que hablamos. Movilizamos a efectivos de la policía local, protección civil y trabajadores de la brigada de obras. Junto a ellos, hay que añadir el resto de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y las brigadas de obras que hicieron una tarea encomiable para afrontar una situación “nunca vista”. Por ello, ahora más que nunca resulta cuanto menos curioso –incluso, rozando la obscenidad- que haya grupos, alentados quizás por poderes económicos, que continúen negando lo obvio y se obcequen en rechazar la terminología “cambio climático”. Sin embargo, los que tenemos responsabilidades de gobierno y, por tanto, somos un poder ejecutivo, debemos actuar con “seny” y “trellat” como primera regla. La subida de la temperatura del agua, la polución, los contaminantes o las emisiones de CO2 no son ninguna coincidencia. A medida que transcurren los años, los políticos de los ayuntamientos debemos apostar no sólo por hacer ciudades habitables y con todas las comodidades posibles. Ahora también se nos exige diseñarlas para amortiguar las terribles consecuencias del cambio climático: episodios de calor que comportan incendios en verano y situaciones de lluvias muy intensas seguidas de inundaciones en otoño e invierno.
Por ello, debemos continuar luchando por lograr un mundo más justo climáticamente y con mayor compromiso por disminuir las emisiones, especialmente, entre los países más contaminantes. Los incendios y las inundaciones están, íntimamente, relacionados con el cambio climático. Por pequeño que parezca, cualquier esfuerzo es imprescindible en nuestro día a día por configurar un mundo mejor entre todos.
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