Investigadores de la
Unidad Mixta en Epidemiología y Salud Ambiental
de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y
Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO), la
Universitat Jaume I
(UJI) y la
Universitat de València (UV) han estudiado el impacto de la
contaminación atmosférica en el
crecimiento fetal durante el embarazo.
Los
resultados demuestran que la exposición materna a dióxido de nitrógeno
(NO2), que está directamente relacionada con la contaminación producida
por el tráfico, se asocia con un menor crecimiento del feto. Dicha
exposición es más perjudicial cuando tiene lugar en las primeras fases
del embarazo.
El estudio, realizado en el marco del proyecto INMA
(Infancia y Medio Ambiente), se ha realizado en las cohortes de
Valencia, Sabadell, Asturias y Gipúzkoa.
En el estudio se
realizaron ecografías a 2.478 fetos a las 12, 20 y 34 semanas de
gestación, en las que se midieron el diámetro biparietal (la distancia
que existe entre los dos huesos parietales del cráneo), la longitud del
fémur, la circunferencia abdominal y el peso fetal estimado. Estas
medidas se completaron con la exploración antropométrica del bebé al
nacer.
Para estimar la exposición a NO2 de las madres durante el
embarazo, se realizó una campaña de medición en cada una de las áreas de
estudio. En concreto, en Valencia, 93 captadores pasivos fueron
distribuidos en el área de estudio para obtener una medida de exposición
basada en la residencia.
Los resultados de esta investigación
indican que la exposición a más de 34 ?g/m3 de NO2 (con respecto a los
bebés que están expuestos a dosis menores) se asocia con una reducción
del tamaño fetal de un 7% en cuanto al diámetro biparietal; de un 6% en
el peso; y un de 4% en el perímetro abdominal.
El efecto más
consistente se observa en el diámetro biparietal, entre las semanas 20 y
34 de embarazo. El efecto más débil se observa en la longitud de fémur,
y sólo ocurre al principio de la gestación.
"Hasta el momento el
crecimiento fetal se ha estudiado sobre todo en base al peso al nacer, y
por lo tanto, no es posible saber cuando, dentro de la etapa fetal, ha
comenzado el efecto. Sin embargo, nosotros a través de las ecografías
hemos podido examinar en qué momento los efectos comienzan a ser
visibles", destaca la Dra. Carmen Iñiguez, investigadora de la Unidad
Mixta en Epidemiología y Salud Ambiental de FISABIO, la UJI y la UV.
"Al
trabajar con medidas repetidas del mismo niño, podemos saber cuándo ha
empezado a producirse un retraso en el crecimiento y ver si este efecto
es permanente o puede ser compensado. Además comparamos con el estatus
de tamaño del propio niño en momentos anteriores y no con datos
poblacionales, lo que permite una mejor evaluación del crecimiento,
añade la Dra. Iñiguez.
"Saber cuándo ocurre el impacto -puntualiza
la investigadora de FISABIO- es importante desde el punto de vista
clínico para conocer los mecanismos fisiopatológicos que dirigen la
asociación".
Asimismo, la asociación negativa de esta exposición
con el diámetro biparietal y el peso fetal ha sido significativamente
mayor en madres fumadoras en comparación con las no fumadoras.
Para
este estudio se ha seguido una rigurosa metodología de trabajo que
comenzó con la medición de la contaminación atmosférica y la realización
de mapas de exposición, la recogida de información directa durante el
embarazo, atendiendo a todas las variables que podían influir (como los
hábitos dietéticos de la madre, la antropometría de los padres, los
hábitos respecto al consumo de tabaco y alcohol, clase social, nivel de
estudios, la situación laboral, etc.), la recogida de información de las
ecografías y la realización de modelos de crecimiento personalizados
para cada niño teniendo en cuenta el potencial constitucional de
crecimiento de cada uno de ellos.
Los resultados de este estudio,
recogidos en el artículo "La exposición prenatal a la contaminación del
aire se asocia al crecimiento fetal", se han publicado en la revista
Environmental Health Perspectives. Firman el artículo los investigadores
de FISABIO Carmen Iñíguez, Ana Esplugues, Olga Costa, Marisa Estarlich,
Mario Murcia, Maria José López Espinosa y Ferran Ballester, coordinador
del Área de Ambiente y Salud de FISABIO-Salud Pública.
"Somos un
grupo muy amplio de investigadores que trabajamos en este proyecto. Este
artículo responde al trabajo en equipo de muchas personas implicadas
tanto de nuestro centro como de otros que también forman parte del
Proyecto INMA. Sin ellos, y especialmente sin la colaboración de los
padres y las familias implicadas, hubiera sido imposible desarrollar
este estudio", puntualiza Carmen Iñiguez.
En el artículo también
han colaborado investigadores del Consorcio de Investigación Biomédica
de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), el Centro de Investigación
en Epidemiología Ambiental (CREAL), el Institut Hospital del Mar
d'Investigacions Mèdiques, la Universitat Pompeu Fabra, el Área de Salud
Pública del Gobierno Vasco, Biodonostia Instituto de Investigación
Sanitaria, la Universidad de Oviedo y la Universidad del País Vasco.
Sobre el Proyecto INMA y la cohorte de Valencia
INMA
- Infancia y Medio Ambiente es una red de investigación de grupos
españoles que tiene como objetivo el estudio del papel de los
contaminantes ambientales más importantes en el aire, agua y en la dieta
durante el embarazo e inicio de la vida, y sus efectos en el
crecimiento y desarrollo infantil.
En octubre del año 2003 se
llevó a cabo el estudio piloto para la creación de la cohorte INMA en
Valencia. Se reclutaron 855 mujeres de la provincia de Valencia.
Los
recién nacidos se siguieron a lo largo de la infancia. Se realizó una
visita al año de vida en la que se evaluaba el desarrollo neurológico,
su antropometría, salud respiratoria, alimentación y exposiciones
ambientales.
Adicionalmente, a la mitad de los niños se les midió
los niveles de contaminantes atmosféricos en su casa (dentro y fuera),
instalándose dosímetros durante 15 días.
A los 2 años se realizó
una entrevista telefónica, y a los 4 se les citó de nuevo en el Hospital
la Fe para evaluar los hábitos dietéticos, crecimiento y obtención de
muestras biológicas (orina, pelo y sangre) para la medición de
nutrientes y exposición a contaminantes ambientales.
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