Rosario MarcoCon motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, tengo claro que la lucha por la igualdad efectiva entre mujeres y hombres es una bandera de todos, sin excepción. Pese a ello, sigo sintiéndome señalada por algunas mujeres que defienden el feminismo adueñándose de una causa que nos debe unir en un objetivo común, sin fisuras.
En este sentido, soy incapaz de borrar del recuerdo las lamentables escenas que se produjeron en la manifestación del 8-M de 2020 en Madrid. Allí estaban muchas de mis compañeras de partido, entre ellas la actual vicealcaldesa de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís. No les quedó otra que abandonar, con intervención policial incluida, a golpe de gritos e insultos, una manifestación donde supuestamente defendían derechos para las mujeres. ¡Tremenda paradoja!
Su delito era portar una pancarta que decía “Feminismo es Libertad”. La respuesta de ese feminismo radical consistió en vociferar consignas como “fuera fascistas de nuestra lucha”. Pretenden hacernos sentir que ese no es nuestro lugar.
Tras todo este escenario descrito, la rigurosa actualidad nos impide obviar la ley del “solo sí es sí” a las puertas del 8 de marzo. Y a una ministra de Igualdad que nos ha traído una ley de dramáticas consecuencias. Un antes y un después en ese discutible feudo de Podemos.
Con más de 500 agresores sexuales beneficiados por la nueva norma, el foco ya no puede residir en la intención perseguida y que nadie se despeine. Con más de 300 jueces aplicando rebajas de pena, el argumento sobre que una minoría de magistrados reduce condenas al interpretar mal la ley ya no resulta.
Albert Rivera abandonó la política por un mal resultado electoral. Cristina Cifuentes dimitió como presidenta de la Comunidad de Madrid por el hurto de unas cremas. Irene Montero sigue en el Gobierno de España como ministra. Y en este país NO pasa nada.
Seguimos teniendo en nuestro entorno más cercano desigualdad, brecha salarial, techo de cristal y dificultad para conciliar vida laboral y familiar. Seguimos reclamando combatir con todos los medios necesarios la violencia de género ante el aumento de casos de mujeres asesinadas y víctimas de agresiones sexuales. Y aunque es momento de conmemorar y reivindicar los avances conseguidos en materia de igualdad real entre mujeres y hombres, no puede pasar un día más sin que Irene Montero dimita ya.
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