Jaime García.
El
Marxismo, dice Henry Lefbvre, está en proceso de derribo. Es una
filosofía corroída, gravosa y que ha tenido efectos letales. El
Capital ya no es el Jehová de los marxistas. Muchos de ellos se
aferran a nuevos mitos: Gramsci, Althusser… Cunde el descrédito de
una teoría que llenó de muertos, de gulags, y de hoyos putrefactos,
los campos de Europa.
Nadie
niega la importancia marxista del estudio de las instituciones
económicas, del pensamiento económico y del papel que la economía
tiene en el proceso social. Nadie pone en duda que Marx hizo una
radiografía del proceso histórico y forjó una utopía
interesante. Es cierto que apuntó la apropiación de las
plusvalías por un sector minoritario; que puso en evidencia las
coartadas ideológicas de las burguesías…, pero no cabe, ni
mucho menos, que estos subproductos sociales sean el único
método explicativo del hombre, de la historia, de la sociedad y de
Dios, como lo intenta en su Materialismo Dialéctico y su
Materialismo Histórico.
Definir
al hombre sólo como un ente social, como un producto económico
y nada más. Decir que Dios es un fetiche, una consecuencia de
la explotación del hombre, un mero invento, de forma que no fue Dios
quien creó al hombre, sino el hombre quien creó a Dios. Explicar la
religión como una “autoenajención”, como “el opio del
pueblo”, y afirmar que Dios no rige la historia, ya que la historia
sólo es regida por las fuerzas productivas... es reducir la sociedad
a una lucha entre la clase obrera y la sociedad capitalista,
propietaria de los medios de producción…, son explicaciones
propias de una filosofía megalómana, que ha acrecentado el odio
social, impulsado a unos hombres contra otros, “la lucha de
clases”, y ha dejado al hombre solo, sin Dios y sin futuro, y
un reguero de cien millones de muertos. Lamento que muchos sigan
bebiendo aún de aquellas aguas.
Pues
bien, en línea con esta filosofía se encuentran muchos españoles.
Dicen ahora que no les gustó el acuerdo social post-franquista,
que hicieron todos los partidos políticos y que dió comienzo a la
era democrática. No están de acuerdo con esta decisión, ya
que se hizo por reforma del franquismo y no por una ruptura total con
el mismo. Hay que hacer, nos dicen, una revisión de nuestra
democracia; renunciar a su origen y enlazar la actual democracia con
la II República.
De
acuerdo con su ideología rechazan el sentido de familia tradicional
y natural, compuesto por un hombre y una mujer. El matrimonio
no es el ayuntamiento de un masculino con un femenino, es simplemente
la unión de dos personas sin más, sin importar que las dos sean
masculinas o sean las dos femeninas. La verdad es que el término
matrimonio ha desaparecido de nuestro Código Civil.
La
educación debe tener un componente político. Educar no es sólo
informar, crear hábitos de convivencia, de esfuerzo, de lucha
por el futuro, es, sobre todo, educar a los alumnos en la ideología
socialista; adoctrinarles en valores marxistas y en un desprecio
y mofa de la religión católica. Dicen que la educación la paga el
gobierno y los padres no tienen derecho a educar a sus hijos de
acuerdo con sus ideas. Hacen caso omiso a nuestra Constitución
(art. 27,3) y afirman que la voluntad de los padres no es vinculante
en la educación de sus hijos.
La
vida tiene un inmenso valor. Todos tienen derecho a la vida. Pero
distinguen qué vida hay que respetar y cual no. El derecho de nacer
depende de la madre, que es la que decide: ella pare, ella
decide. Además, no sabemos si el no nacido es un ser humano o un
conjunto de células, como dijo la Ministra Aido
.
Les
viene largo el hecho religioso. Si Dios no existe ¿qué pintan los
sacerdotes, los obispos y esos españoles que rezan, romerizan y
besan a sus santos y a sus Vírgenes?... ¿Qué significado tienen
las procesiones de Semana Santa, la hermosa romería del Rocío, las
miles y miles de fiestas a la Virgen bajo bellas advocaciones? …
¿Cómo podemos permitir las cruces (ni siquiera las de mayo) si,
como dice, afrentan a los no creyentes?
El
hecho religioso fué para Marx una alienación, un fetiche creado por
el hombre, y del que el hombre debe liberarse. Las ideas
religiosas son productos humanos, un pálido reflejo de este
mundo, que para Marx es la única realidad. El hecho religioso nace
del descontento humano, de su miseria, de la enfermedad, que le
impulsa a creer en ideas ilusorias.
No
entienden que el hecho moral, el hecho social y el hecho
religioso, forman parte de nuestra cultura y civilización. Desean
someter al hombre bajo la bota de su ideología. Soy consciente
que miles de españoles no aceptan a rajatabla estas ideas marxistas.
Son gente socialdemócrata que ha limpiado su origen y su historia. Y
son ellos los que deben aconsejar a esa izquierda radical que su
comportamiento no beneficia en nada a su propio partido; que esas
ideas radicales y pseudoprogresistas están reverdeciendo una
historia ya pasada que nadie quiere recordar y que, de actualizarla,
rompería otra vez la paz y convivencia de los españoles,
resucitando nuevamente las dos Españas.
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