El Doctor Gomez Codina. /EPDA Está al frente del servicio de Oncología Médica del hospital La Fe, donde 25 facultativos atienden cada año a 1.500 pacientes nuevos con enfermedad nueva, sin contar recaídas o segundos tumores. Recuerda que las revisiones anuales en personas sanas y asintomáticas “sirven para muy poco, más allá de los cribados en mama y colon”. Garantiza la equidad territorial en el acceso a todos los tratamientos estandarizados. Y en su consulta, transmite “una información veraz y adecuada a la cantidad que el enfermo desea recibir, teniendo muy presente que cuando se pregunta, se está preparado para recibir todas las respuestas”. Entiende el miedo del largo superviviente a la recaída. Y reconoce que garantizar su atención en el futuro es actualmente una laguna y un reto para la Oncología: “Ya lo decía el ciclista Armstrong: La experiencia con el cáncer va más allá de acabar un tratamiento”. Por tanto, enciende las alarmas para evitar que haber atravesado una enfermedad oncológica siga mermando las oportunidades laborales, sobre todo en personas de mediana edad.
Afea las fórmulas populistas: “No vamos a curar el cáncer pero sí estamos logrando aumentar la esperanza y la calidad de vida”. E insiste: sin tabaco, se diagnosticarían un 85% menos de neoplasias de pulmón.
Aboga por la administración de una quinta dosis contra el Covid para los pacientes oncológicos inmunodeprimidos, si así lo defienden las autoridades sanitarias.
Háganos una radiografía. ¿En qué situación oncológica nos encontramos?
El conjunto de cánceres está subiendo en términos absolutos, sobre todo por el aumento de la esperanza de vida. Al vivir más, obviamente hay más oportunidades de desarrollar la enfermedad. Los cambios de los hábitos sociales han hecho que algunas neoplasias estén cambiando, como el aumento del cáncer de pulmón en la mujer, pero no hablamos de transformaciones radicales sino tenues. En el reverso, afortunadamente están descendiendo los cánceres de estómago desde hace 30 años, por una mejora en los hábitos alimenticios.
¿Y cuál ha sido la factura del Covid?
Todos los servicios de Oncología hemos notado una ligera pero significativa disminución en el número de diagnósticos. Esto quiere decir que hay cánceres que no sabemos dónde están porque no se han diagnosticado.
También, de modo sutil, hemos visto más casos más avanzados, bien porque no se ha acudido al médico o bien por los importantísimos problemas en la Atención Primaria durante la pandemia. Dicho esto, una vez un paciente ha sido diagnosticado , independientemente del Covid, ha recibido una atención oncológica absolutamente correcta, sin retrasos ni cambios no justificados en los tipos de tratamientos.
¿Qué se le dice a un paciente?
Nuestra cultura latina, de raíz católica, tiene poco que ver con el mundo anglosajón. Cuando yo empecé en Medicina, prácticamente mentíamos y hoy en día tenemos muy claro el derecho a la información del paciente.
Hemos de transmitir una información veraz y adecuada a la cantidad que el enfermo desea recibir. Hay una regla de oro que dice que cuando un paciente pregunta está dispuesto a asumir una respuesta y cada vez se pregunta más.
Es muy importante graduar la comunicación pero no desde una posición paternalista sino garantizando siempre que se pueda digerir. La información empodera al paciente para tomar decisiones compartidas con sus facultativos con respeto a la enfermedad.
¿Es aconsejable hacerse chequeos?
En general, los chequeos de salud sirven para muy poco. Al médico deben ir los enfermos, no los sanos. Hay pocos datos que apoyen revisiones en pacientes sanos y asintomáticos, con excepción en los cribados de mama y colon.
Sin ser un experto en diagnóstico precoz, hay bastante acuerdo con el cáncer de mama porque las mamografías pueden reducir la muerte. En el caso del colon, es menor pero hay cierto consenso sobre el beneficio social del estudio de sangre oculta en heces a partir de los 50 años. Y en pulmón, existe polémica porque no está tan claro que disminuyas la mortalidad global y son programas muy caros. Ya lo decía el doctor Tino Herranz, con quien me formé y quien inició el cribado de mamografías: estos programas no se hacen para diagnosticar más sino para curar más.
El tabaco mata pero incomprensiblemente se sigue fumando.
Es la primera causa conocida y erradicable de cáncer. Afortunadamente, está disminuyendo el hábito pero todavía tenemos generaciones que desarrollarán cánceres durante los próximos años. Los chicos buenos en el cine ya no fuman. Sería impensable ahora ver a Bogart en una película encendiendo un cigarro. El tabaco mata y mata mucho, porque el 85% de cánceres de pulmón desaparecían si no fumáramos.
¿El paciente oncológico se siente desamparado y acude por ejemplo a remedios homeopáticos?
En nuestro medio, el uso de medicinas alternativas es frecuente pero sólo como complemento. Puede ser que el enfermo que está recibiendo quimioterapia, se tome además su hierba pero sin abandonar el tratamiento estándar.
Hay una frase muy interesante del ciclista Armstrong, que desarrolló un cáncer de testículo y hoy está curado: “La experiencia del cáncer va más allá de acabar el tratamiento”. Y uno de los problemas que hemos de afrontar son los largos supervivientes, porque una vez se ha curado el cáncer, siguen presentando problemas que convierten la atención de futuro en todo un reto. Cuando lo analizamos los sanitarios en general, vemos que nuestras prioridades no coinciden con las de los pacientes. Hay una demanda social de los largos supervientes, que no estamos atendiendo y eso teniendo en cuenta que atención actual es bastante integral, también con los cuidados paliativos, que forman parte intrínseca de la Oncología. Aún así, insisto, en largos supervivientes sí puede haber una sensación de desamparo y aquí tenemos una laguna.
¿Se supera el miedo?
El susto es difícil de quitar y es lógico, porque se ha afrontado una experiencia vital tremenda, con un impacto enorme en sus vidas. Hay gente para la que la experiencia oncológica ha sido positiva y ha cambiado su tipo de vida pero la mayor parte mantiene el miedo a la recaída.
¿El cáncer es una putada y no una batalla?
Es un conjunto de enfermedades, en muchas ocasiones terribles pero en otros casos perfectamente curables. Hemos de quitar la estigmatización social. Hubo una campaña de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), titulada “No es una larga y penosa enfermedad. Es cáncer”, con la que se pretendía normalizar porque fuera del cáncer tampoco hay patologías buenas. Hay que quitar los adjetivos que convierten al cáncer en algo excepcional: esto es una putada pero no es una batalla que libran los campeones.
¿Supone una merma laboral para el largo superviviente?
Es cierto que la reincorporación laboral es complicada, sobre todo en pacientes de edades intermedias y esto es muy grave porque genera dependencia y por eso comentaba ya anteriormente que no hemos resuelto bien la atención del largo superviviente. El oncólogo sólo puede despertar alarmas para que la sociedad sepa que el haber tenido la experiencia oncológica puede limitar las oportunidades laborales.
¿Por qué escuchar cáncer de páncreas es pensar en una muerte irremediable?
Esto también está cambiando, tanto porque disponemos de mejores tratamientos como por la mejora en el soporte al paciente, con los cuidados continuos. Efectivamente, tenía una significación de mortalidad pero ahora vemos largos supervivientes con afectación del páncreas.
La Oncología siempre ha experimentado mejoras asimétricas: por ejemplo en la mama o en el colon, donde se ha ralentizado actualmente la evolución y ahora el cáncer de pulmón es la estrella, con pacientes con metástasis convertidos en largos supervivientes con una óptima calidad de vida y esto antes era impensable. Siempre he sido poco partidario de lanzar mensajes globalmente positivos, porque creo que es peligroso. No vamos a curar el cáncer pero sí que las personas que antes vivían 6 meses, ahora pueden vivir 4 años. Y tenemos un porcentaje cada vez mayor de pacientes a los que curamos, probablemente porque antes tirábamos la toalla antes que ahora. En resumen, soy partidario de lanzar un mensaje positivo pero nunca populista.
¿El populismo ha llegado también a la Medicina?
¡Claro! Está presente en todas las áreas de la sociedad. Cada vez vemos más mensajes simplistas, donde se tratan de vender ideas muy positivas o muy negativas.
¿Está garantizada la equidad territorial?
Globalmente, sí. No existen diferencias en tratamientos estándar con acuerdo de la comunidad científica, porque la calidad de la atención oncológica en toda España es equitativa. Hay una frase que se atribuye a San Agustín que me gusta mucho: “Si me considero no valgo nada pero si me comparo, valgo mucho”. Desgraciadamente, hay muchísimos países con un sistema sanitario precario, que no es nuestro caso. Nuestras cifras de supervivencia son homologables con muchos países.
Probablemente un medicamento nuevo se autorice antes en EEUU que en España, pero globalmente produce un impacto menor. Puede ser que repercuta en un momento puntual en un determinado paciente pero no en la sociedad en conjunto. Si hablamos de investigación, con acceso a fármacos nuevos, aquí sí hay diferencias notables: por ejemplo, La Fe tiene una unidad muy potente pero a a veces se crean también falsas expectativas. La investigación es absolutamente necesaria para avanzar en la curación pero tampoco asegura que se sea mejor que con la práctica estándar, que la tenemos garantizada. Respecto a la atención que se presta en la sanidad privada, no puedo hablar porque la desconozco completamente.
¿Quinta vacuna en Oncología: sí o no?
No soy experto pero confío enormemente en las autoridades sanitarias y no lo hago porque sí sino porque soy incapaz de pensar de otra manera. No puedo venir al hospital y creer que mis preventivistas no saben. Dicho esto, tiene sentido que se les administren porque parece que las vacunas previenen en una parte muy importante los casos muy graves pero la duración de la protección es corta y, por tanto, obligaría a un modelo de vacunaciones continuas. Y siempre deberán vacunarse antes los pacientes con algún tipo de inmunosupresión. Así que bienvenidas sean todas las vacunas que aportan un beneficio importantísimo porque sin ellas y con la incidencia actual, tendríamos un número inasumible de personas fallecidas.
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