Vicente Montoro. EPDAEl presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aseguraba, durante el cierre del foro South Summit en Madrid, que los autónomos eran y son clave para la recuperación después de la devastadora crisis sanitaria. A su vez, seguramente, podremos escuchar a Su Sanchidad defender que el ejecutivo que preside está profundamente preocupado por el tan elevado desempleo juvenil. Pero seguimos esperando siquiera una medida que incentive lo primero para rebajar lo segundo. Y es que este gobierno vive bajo una constante contradicción y los perjudicados somos los de siempre.
En la Comunitat Valenciana, 8 de cada 10 autónomos verán cómo, a partir del próximo enero, se les aplica una subida en las cuotas y en las bases de cotizaciones que resulta poco proporcional a sus ingresos. Llegarán a pagar hasta 295 euros más de cuota al año, mientras sus ganancias siguen sin equipararse a las de antes de la pandemia. De hecho, de los 357.786 trabajadores por cuenta propia que tiene la Comunitat Valenciana, más de la mitad sigue sin recuperar el nivel de beneficios previo a la pandemia, y un tercio de ellos ni tan siquiera llega al 50%. Pero el Gobierno sigue con su caza de brujas para poder alimentar todos sus chiringuitos políticos. Con una inflación en escalada continua, alrededor del 4%, los costes fijos aumentando sin precedentes cercanos y unos ingresos que apenas les permiten cubrir los gastos, el ejecutivo de Sánchez está más preocupado por sus peleas internas que por atajar problemas como la subida del precio de la luz o un nivel de actividad económica que sigue sin siquiera acercarse a los niveles previos a la crisis sanitaria.
Y es que no solo se ha eliminado la ayuda de 430 euros que el gobierno de Rajoy aprobó para incentivar la contratación juvenil, sino que se pretende, como ya se ha comentado, aumentar la cuota de autónomos en unos presupuestos de 2022 que parecen escritos por el mismísimo demonio de la economía. No es que no se fomente que los jóvenes emprendan, es que se les ponen las máximas trabas posibles para que no lo hagan. Mientras Sánchez está centrado en ofrecer un bono cultural de 400 euros, España registra un desempleo juvenil que ronda el 40%. También está preocupado por aprobar una ley de Universidades, redactada por un ministro casi inexistente que desmerece todo lo relacionado con los títulos universitarios; o pretende derogar una reforma laboral que permitió la creación de millones de puestos de trabajo en tiempo récord.
¿Alguien emprendería sin la certidumbre de unos ingresos asegurados a partir del tercer año si, además, se le fríe a impuestos, cotizaciones y trabas burocráticas que pueden atentar, directamente, contra su propia calidad de vida? Solo el 6’2% de los autónomos, según datos de agosto de 2021, son menores de 30 años. Es ilógico, pero, sobre todo, es triste. Triste ver cómo el gobierno de España torpedea el emprendimiento en lugar de fomentarlo. Cómo no se aprueba, ni tan siquiera se redacta, un plan para tratar de reducir ese altísimo paro juvenil. Se empeña en poner la zancadilla a un sector poblacional que sirve como escaparate de talento, autenticidad, vanguardismo y rendimiento económico para cualquier país.
Los datos lo avalan: más del 35% de los jóvenes quiere ser autónomo, pero apenas un 7% lo logra y la gran mayoría de los que consigue un empleo termina siendo asalariado. Aquí tenemos un grave problema, señor Sánchez. El presidente encabeza un ejecutivo que solo se preocupa por la juventud cuando está empujado, u obligado, por las encuestas o por la cercanía de una cita electoral.
Juventud, divino tesoro. Porque quien tiene juventud, tiene futuro y quien tiene futuro, tiene vida. Pero en nuestro país la juventud cada vez tiene menos, se encuentra sin apenas esperanza y no encontrará en este gobierno voluntad alguna por darle oportunidades o brindarle el contexto necesario para ello.
Un arruinado tesoro llamado juventud.
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