El ecomnomista y ex directivo de Ford y Repsol, fundador de la Fundación Christian-Marc Olmos Vente, Pascual Olmos. EFE/Natxo Frances
La Fundación Christian-Marc Olmos Vente lleva más de una década desarrollando proyectos dirigidos a la defensa de la sostenibilidad en el ámbito agrícola y a la integración de personas con discapacidad en la comarca alicantina de la Marina Alta, y hace ocho años rescató l'Hort de l'Alé donde cultiva más de 40 variedades de frutales que dona a instituciones solidarias.
L'Hort de l'Alé, ubicado en el término municipal de Pedreguer y con más de 15.000 metros de superficie, fue declarado en 2015 de Interés Comunitario por la Generalitat Valenciana, y además de la zona de cultivo ofrece una visita a los edificios del siglo XIX, como un "riu-rau", una casa rural y una de las pocas estufas de pasa que se conservan en la provincia de Alicante, recuperadas por la fundación.
"Cuando vi l'Hort de l'Alé pensé que podía ser un lugar emblemático para la sede de la fundación", recuerda el economista Pascual Olmos, ex ejecutivo de Ford y Repsol e impulsor del proyecto, una institución familiar, sostenida por fondos propios, que se fundamenta en la filosofía de la "Cuarta Vía", la promoción de actividades enmarcadas en la economía competitiva del eco-ser, es decir, la armonía entre la persona, el entorno social y medioambiental y una competitividad económica saludable.
La fundación se constituyó en 2012, en memoria del hijo de Olmos, fallecido en un accidente de tráfico en 2007, aunque su actividad se inició en 2008 con diversos proyectos en Etiopía junto con la congregación religiosa de las hermanas salesianas, entre ellos la instalación de conexiones eléctricas y pozos de agua en varios poblados y la mejora de los ordenadores en las aulas de centros educativos.
La institución continúa desde l'Hort de l'Alé desarrollando proyectos de sostenibilidad en el ámbito agrícola, así como la integración de personas con discapacidad y en situación de exclusión social.
Para ello, Olmos adquirió en 2012 el terreno, ubicado junto a la montaña de la Sella, que reunía las variables de la etnología y protección cultural con la creación de una zona museística para la recuperación de material usado en el proceso de la elaboración de la pasa y de los edificios históricos con más de 150 años de antigüedad.
También la permacultura, la agricultura natural, ya que en los cultivos no se usan productos químicos ni se permiten intervenciones externas al proceso natural de la tierra, por lo que se respetan también las poblaciones de insectos de la zona.
Uno de los elementos de los que Olmos está especialmente orgulloso es de la recuperación de la estufa de escaldar la pasa, utilizada antiguamente para acelerar el secado de la uva y en periodos de lluvias, y que es uno de las pocas que se conservan en la zona.
L'Hort de l'Alé también cuenta con un "riu-rau", construcción típica de la Marina Alta utilizada para el secado de la uva, con "cinco ojos", y en sus terrenos se cultivan más de 40 variedades de frutales como mandarinos, pero también algarrobos, olivos y hierbas medicinales.
Además, todos los años la fundación organiza un día del voluntario al que acuden organizaciones solidarias de la zona, como Cruz Roja o Cáritas, para recoger mandarinas que la fundación dona y en las que participan también miembros de la Asociación de discapacitados de la Marina Alta (ADIMA) y de entidades que trabajan con personas en situación de vulnerabilidad.
Uno de los asistentes cada año a estas jornadas es el exjugador de baloncesto y médico cardiólogo Juan Antonio Corbalán, amigo de la familia, y no faltaba tampoco a la cita el actor Álvaro de Luna, fallecido hace dos años.
A l'Hort de l'Alé también han acudido a tertulias y encuentros el escritor Manuel vicent, el historiador y crítico de arte Tomàs Llorens, Raimon o el catedrático Antoni Espasa, entre otras personalidades del mundo cultural, académico y empresarial.
Antes de la pandemia el huerto se abría una vez al mes a visitas para el público en general, también para colegios, en una labor educativa y de respeto al entorno natural. La "educación en valores", asegura Olmos, debería ser una prioridad tanto a nivel familiar como escolar, para avanzar hacia una sociedad menos consumista y más solidaria.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia