En la imagen, Manolo, barquero de El Palmar, se queja de los pocos turistas que contratan paseos por la Albufera. EFE/ Juan Carlos Cárdenas
En la imagen, Manolo, barquero de El Palmar, se queja de los pocos turistas que contratan paseos por la Albufera. EFE/ Juan Carlos Cárdenas La actividad hostelera y de ocio retorna poco a poco al parque natural
de La Albufera de Valencia, mientras los empresarios asumen con
resignación que han perdido la principal campaña del año y confían en
atraer al turismo nacional con su entorno natural y su oferta
gastronómica como reclamo.
El confinamiento ha coincidido con la
época de mayor actividad en el parque, la de marzo a junio, que aglutina
las Fallas, Semana Santa, el puente de mayo y las comuniones. La
temporada alta que, lamenta el sector, suele "salvar" las cuentas del
año.
EL TURISMO NACIONAL COMO SALVAVIDAS
"La crisis
sanitaria ha supuesto un golpe muy fuerte" para la economía de las
familias que gestionan los restaurantes de la zona, señala en el
presidente de la Asociación Hostelera de El Palmar, Emilio Gálvez, en
una conversación con Efe, que como el resto de empresarios del sector se
vio obligado a aplicar un ERTE a sus trabajadores, a quienes espera
poder ir rescatando poco a poco cuando la situación económica vaya
mejorando.
Gálvez no se atreve a hacer una estimación de las
pérdidas en números, asume la situación con resignación y confía en que
el turismo nacional y, sobre todo, el de su entorno más cercano, les
ayude a retomar la actividad de cara a un mes, el de julio,
tradicionalmente malo para la zona.
El empresario gestiona uno de
los 27 restaurantes de El Palmar, con 170 plazas, la mayoría en el
interior del local. Decidió que la poca capacidad de la terraza no
compensaba y renunció a abrir en la primera fase de desescalada pero se
prepara para hacerlo a partir de mañana, cuando la Comunitat entrará en
la fase 2 y se permitirá el 40 por ciento de la ocupación de las salas
interiores.
Raúl Magraner, propietario del restaurante Bonaire,
tampoco abrió en la primera fase a pesar de las numerosas llamadas de
clientes fijos. En su local, con capacidad para 300 cubiertos, llegaba a
preparar hasta un centenar de paellas diarias en un fin de semana de la
temporada alta.
"En muchos casos se ha perdido el beneficio de
todo un año", lamenta Magraner, quien se muestra pesimista sobre los
próximos meses y reclama el apoyo de la Administración a las empresas
familiares.
El empresario Vicente Aleixandre y su familia
gestionan tres restaurante también en el Palmar, uno de ellos de 600
plazas. Asegura que tras las pérdidas económicas "incalculables"
derivadas del cierre, los hosteleros están adaptándose a las nuevas
normativas de seguridad pero necesitan también el apoyo de las
administraciones en la nueva transición, así como actuaciones en el
entorno natural del parque, que a su juicio ha estado históricamente
abandonado.
"El Palmar estaba en un gran momento", asegura, por
su apuesta por una oferta de gastronómica de calidad y su entorno
natural que espera siga sirviendo de atractivo.
PASEOS EN BARCA CON 50 % DE CAPACIDAD
Otra
de las actividades que han retornado a La Albufera han sido los paseos
en barca por el humedal, pero con grupos reducidos de unas 15 personas,
el 50 por ciento de su capacidad, para asegurar el distanciamiento.
Manolo
Marco, presidente de la Asociación de barqueros de El Palmar, señala
que el pasado fin de semana ya empezaron algunas barcas a navegar, pero
el domingo "solo se hizo un viaje para seis personas".
En su
sector lamentan también que la crisis sanitaria se ha producido en el
peor momento, el de mayor actividad y turismo extranjero que acude a
visitar el parque en grupos, a disfrutar la gastronomía típica en los
restaurantes de la zona y a visitar la laguna, uno de los principales
humedales del Mediterráneo, con más de 21.000 hectáreas de superficie.
En
la Albufera trabajan una treintena de barqueros, de El Palmar y de El
Saler, autónomos, que en la mayoría de casos viven de esta actividad con
paseos a turistas y excursiones de colegios tanto nacionales como
extranjeros.
Marco además de barquero es pescador por lo que ha
sido uno de los pocos afortunados que han podido trabajar durante los
meses de confinamiento para abastecer a la lonja de la Albufera de
"llises", mientras que para la mayoría de sus compañeros el parón ha
sido total.
Confía en que el turismo nacional y el medioambiental
ayude a reactivar el negocio y que la gente "pierda el miedo" y vuelva a
subir a las barcas siguiendo las medidas de seguridad.
EL MUSEO DEL ARROZ ORGANIZA VISITAS GUIADAS
El
Museo del Arroz reabrió también sus puertas el pasado 21 de mayo, pero
ha trasladado sus actividades didácticas al exterior y establecido rutas
guiadas con expertos en la flora y fauna del parque natural, para
atraer nuevas visitas con una oferta alternativa al aire libre.
El
director del museo, Santos Ruiz, señala que es necesario "buscar nuevas
fórmulas para fomentar la comunicación con los usuarios y mantener viva
la cultura del arroz". Eva Batalla
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