Francisco Sabater. EPDAComo vecino de La Canyada, no puedo evitar sentir una mezcla de frustración e incredulidad cada vez que veo el estado de abandono en el que se encuentran nuestros barrancos. Año tras año, hemos escuchado promesas de mejoras y compromisos del gobierno socialista de Sagredo. Sin embargo, la realidad es que seguimos enfrentándonos a un peligro real, muestra de ello lo ocurrido con la última DANA que ha generado estragos y pérdidas humanas en municipios próximos.
Los barrancos no son solo un elemento del paisaje; son una pieza fundamental para la seguridad. Y, sin embargo, han sido ignorados, dejados a su suerte como si fueran un problema menor. Esta dejadez no solo es irresponsable, sino también peligrosa. Las recientes lluvias han puesto de manifiesto lo que muchos de nosotros llevamos advirtiendo durante años: los cauces están en un estado deplorable, y esto pone en riesgo nuestras vidas, nuestras propiedades y nuestra tranquilidad.
La indignación crece cuando vemos que las administraciones competentes, como el gobierno socialista de Paterna, la Confederación Hidrográfica del Júcar y el Gobierno de España, parecen mirar hacia otro lado. ¿Cuántas veces más tendremos que sufrir las consecuencias de su inacción? Es desesperante pensar que, a pesar de la evidencia y de las advertencias, seguimos en el mismo punto: esperando soluciones para la Canyada que nunca llegan.
Entiendo que las lluvias torrenciales son inevitables y que el cambio climático está aumentando la frecuencia de estos fenómenos extremos. Pero precisamente por eso, lo que no es aceptable es la falta de preparación. La limpieza, el mantenimiento y el encauzamiento de los barrancos no son un lujo; son una necesidad básica.
En 2012, con lluvias de 200 litros por m2, en el Barranco del Rubio se inundaron los garajes, arrastraron coches y contenedores y los vecinos quedaron incomunicados durante horas.
En 2024 las lluvias han llegado a casi 500 litros por m2 en el municipio de Chiva. De haber sucedido en Paterna, ¿qué habría sucedido esta vez en el Barranco del Rubio? Quizá estaríamos lamentando más que pérdidas materiales.
Los vecinos de la Canyada están hartos de esperar inversiones del gobierno socialista que nunca llegan. Y tiene razón. La paciencia de los ciudadanos tiene un límite, y ese límite ya ha sido superado. La Canyada merece más que promesas. Merece seguridad, atención e inversiones. Si el gobierno socialista no es capaz de garantizarnos algo tan básico cómo la seguridad, ¿qué podemos esperar de ellos en otros aspectos? Yo, como muchos otros vecinos, exijo que se prioricen las inversiones en nuestros barrancos. La seguridad de los vecinos no debería estar en el fondo de la lista de prioridades.
El tiempo de las excusas ha terminado. Ahora es momento de actuar, porque nuestras vidas y nuestro futuro están en juego y la Canyada no puede esperar más.
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