Susana Gisbert./EPDA Cuando
se acerca el verano, se acerca con él la obsesión por viajar y, por supuesto,
no hay viaje sin equipaje. Sea una mochila, una maleta de ruedas o el mismísimo
baúl de la Piquer hay que llevarse, si no la casa a cuestas, sí la parte de
ella que vamos a necesitar. O que creemos que vamos a necesitar, que no es
fácil distinguir entre lo apetecible, lo necesario y lo imprescindible.
Ya desde hace tiempo, las compañías aéreas llevaban limitándonos
las posibilidades de llevar equipaje, o cobrándonos por ello, que viene a ser
lo mismo. Con esa política de cobrar por otras vías lo que nos rebajaban -o no-
del billete- cada vez pagábamos por más conceptos. Si esto hubiera seguido así,
es posible que hubieran cobrado un canon por respirar dentro del avión o por
subir y bajar por la escalerilla.
Pero por fin se ha dicho basta. El Ministerio de Consumo
ha sancionado con una multa de considerable importe a varias de estas compañías
aéreas por prácticas abusivas, como hacernos pagar por llevar nosotros mismos nuestra
maleta, tener asientos contiguos o imprimir un billete. Que cualquiera diría
que lo hacen en letra gótica sobre pana de oro para que cueste lo que exigían.
Es una buena noticia, sin duda, aunque no hay que echar
las campanas al vuelo. Al menos de momento, porque cabe recurso, y sin duda las
compañías afectadas lo interpondrán. Y, hasta que se resuelva, nada de nada. A
seguir pagando por todo. Pero, eso sí, guardando los tiques con la esperanza de
que la justicia confirme la decisión y se nos permita reclamar con carácter
retroactivo.
Así que, mientras la cosa no se resuelva el todo,
hay que continuar echando mano de todos los trucos posibles. Como el de
forrarse de ropa que puso en práctica una amiga mía para llevarse puesto lo que
no le cabía en la mochilita que era lo único que le permitían llevar encima. Y,
por supuesto, que nadie olvide imprimir su billete que se arriesga a que se lo
cobren a precio de incunable.
Aunque tal vez el mejor consejo, por obvio que
resulte, es no tratar de llevar la casa a cuestas. No es preciso cargar con varios
modelos para cada día para poder elegir, ni empeñarse en viajar con prendas que
no soportan ni un rato sin la plancha, o llevarse pequeños electrodomésticos de
los que seguro que podemos prescindir por unos días.
Viajemos con lo justo y, eso sí, exijamos que sean
justos con lo que viajemos.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia