Trump y Putin, amigos para siempre. FOTO EPDASi uno intenta responder desde la razón y no desde el corazón, que desgraciadamente nos nubla muchas veces.
Al menos muerta para el uso que fue concebida. El conjunto de unas 65 naves dedicadas al arte y la artesanía fallera, cuenta actualmente con escasas 20 naves dedicadas a mantener los valores del recientemente adquirido Patrimonio Inmaterial de la humanidad. Un escaso 30% de ocupación “fallera”, el resto abandono o de usos bastante alejados al pretendido.
Y ese 30% de ocupación trabajando en unas naves con unas condiciones en la mayoría de veces deficitarias. Cubiertas de amianto con numerosas filtraciones. Calor asfixiante en verano, frio polar en invierno. Cada tormenta dibuja en los suelos de las naves extraños patrones formados por cubos que recogen las incesantes gotas. Gotas que a modo de tortura malaya van acabando con la resistencia, aquellos que aún no se han decidido a emigrar a mejores localizaciones, con mejores precios e instalaciones. Aún queda un 30% de ocupantes, entre románticos y atrapados por cuestiones económicas.
El proceso de revitalización, si es que se produce, será lento y además dependerá de muchos factores externos y de crecimiento de ciudad, no entendiendo la ciudad fallera como una isla.
Pero más allá de la ciudad fallera como espacio físico, hay un elemento que es el que la dota de sentido, los artistas y artesanos que la habitan. Hace años asistiendo a unas conferencias en el Botánico sobre el futuro de la huerta, llena de sesudos arquitectos, urbanistas y no tan sesudos políticos que divagaban sobre frentes urbanos, consolidación, tramas y un monton de jerga que tanto nos gusta utilizar tuvieron que agachar la cabeza cuando desde el público tomo la palabra un “llaurador”, y les dijo que si querían tener la huerta en condiciones hicieran que su trabajo fuese digno y se pudiese vivir de el, que no se preocupasen que ellos ya se encargarían de que ese “ecosistema” tan particular volviese a funcionar como un reloj suizo y a pleno rendimiento. Lo demás, paños calientes.
Y ahí radica en mi opinión el único futuro de la ciudad fallera, en garantizar el futuro de la profesión, no del espacio físico. Si el espacio físico se rehabilita y revitaliza será una consecuencia de que la profesión es viable, nunca al revés.
Y lo primero que hay que hacer para garantizar el futuro de una profesión es ponerla en valor, y para ello son los propios artistas y artesanos los que tienen que darse cuenta de sus capacidades, su potencial y su fuerza como colectivo. Si siguen esperando, como hasta ahora parece, que sea la administración la que venga a solucionarle los problemas, ya pueden colocar una silla en lugar del cubo que recoge la gota y hacer más corta le espera.
O cogen las riendas de su propio futuro o la respuesta a la segunda pregunta ¿se puede revivir la ciudad fallera?
La respuesta será. No.
Al hilo del artículo destacar una acción que se produjo el pasado agosto, en la que una serie de carteles aparecieron alrededor de la ciudad fallera, para llamar la atención y sobre todo poner en valor lo que la hace diferente. Sus artistas y artesanos.
Is the fallas city dead?
La pegada del passat dissabte 11 d’agost de matinada a la Ciutat de l’Artista Faller de València va ser realitzada per col·lectiu VISCA EL PATAS!, el qual mitjançant este el seu compte d’Instagram @elpatas1924, ha assumit l’autoria. Treballar street art té els seus riscos: pot eixir bé o malament, ja que s’actua de forma il·legal. Per això, normalment, els autors es protegeixen en l’anonimat o amb un àlies.
Però ací el que importa és l’acció, i no quí l’haja fet. El col·lectiu d’artistes i el seu Gremi -pel que podem veure- l’ha rebut de bon grat; així com persones vinculades a la Festa de les Falles i veïns en general; i els mitjans que s’han fet ressò (À Punt, Levante-EMV). Per tant, hauríem de quedar-nos amb això, ja que està servint per despertar consciència.
El ple de l’Ajuntament de València va signar un pla de revitalització el 2015, que encara no s’ha executat. I aquesta no només passa per instal·lar cartelleria de disseny o un mural car.
Esperem que els nostres polítics es dediquen més que a paraules i postureig, a la protecció d’una professió que està tocada de mort. I no oblidem que parlar de revitalització de la Ciutat de l’Artista Faller, també és fer-ho de la dignificació i protecció de l’ofici d’artista faller, perquè dedicar-se de forma exclussiva a fer falles en la majoria dels casos, no dóna per viure, per aixó els abandonaments massius dels últims anys.
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