Patricia Calvo. EPDA Las enfermedades alérgicas están entre las seis patologías más
frecuentes según la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo,
existe un gran desconocimiento e incomprensión a todo lo que
envuelve esta dolencia, que cada vez sufren más personas. Por ello,
la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex
(Aepnaa) ha organizado el primer encuentro de jóvenes que sufren
esta enfermedad, en el Casal Jove de Port de Sagunt este sábado por
la tarde, con el objetivo de crear un grupo de ayuda mutua ante la
necesidad de información y de intercambiar sus experiencias y
conocimientos.
Patricia Calvo, vecina de Port de Sagunt y coordinadora de Aepnaa
en la Comunitat Valenciana, es una de las personas que sufre esta
patología desde que tenía 18 meses. “Cuando dejaron de darme el
pecho y comenzaron a introducirme la alimentación complementaria me
daban crisis asmáticas e ingresaba con broncoespasmos, pero no
sabían lo que me pasaba porque entonces no había especialistas en
alergia. Ahora soy multialérgica, prácticamente tengo alergia a
todo, y sigo una dieta muy estricta porque sólo puedo comer unos 15
alimentos”, detalla Patricia Calvo.
En la actualidad no existe un tratamiento cien por cien eficaz
para curar la alergia, por lo que las pautas preventivas y la
información para evitar episodios graves en el enfermo son
fundamentales. Pero la realidad es otra. Las personas que sufren
alergia se ven inmersas en serias complicaciones y muchas de ellas se
sientem incomprendidas. “Hay mucho bullying entre los jóvenes que
sufren alergia”, afirma Patricia Calvo. “Los amigos les dejan de
lado y afecta a su vida social”, apunta esta vecina de Port de
Sagunt. “Yo misma cuando era más joven, salía a cenar con mis
amigos ya cenada de casa y luego pagaba como los demás para no
hacerme de notar. Ahora eso ya no lo hago porque directamente no
salgo ni a cenar ni a comer fuera de casa. La hostelería no es un
sector que esté profesionalizado, hay mucha temporalidad, y casi
ningún restaurante está preparado para servir a las personas que
sufrimos alergia”, afirma Patricia Calvo.
Reacción
El contacto con el alérgeno puede producir desde una reacción
leve hasta una muy grave, que afecta al sistema digestivo y
respiratorio. “Yo siempre llevo antihistamínico, corticoide,
ventolín y adrenalina en una mochila. Sin eso no puedo salir de
casa”, matiza Patricia Calvo.
El hijo de Patricia, de cinco años de edad, también sufre
alergia. En su caso es alérgico a la proteína de la leche, y “ahora
le están saliendo más alergias”, apunta la madre. “Es el motivo
por el que me inscribí a la asociación de alérgicos porque cuando
comenzó el colegio no tenía información de qué pautas tenían que
seguir para la escolarización”, destaca Patricia Calvo.
Justo el año en el que el hijo de Patricia comenzó el colegio,
“antes no habíamos podido llevarlo a la guardería por su
alergia”, la Conselleria de Sanidad y la de Educación firmaron el
primer protocolo para alérgicos, epilépticos y diabéticos, a
través del cual los profesores pueden administrar adrenalina a los
menores en caso de sufran un episodio grave. “Si no le administras
adrenalina al paciente que sufre un episodio grave durante los
primeros minutos, las consecuencias pueden ser fatales”, afirma
Patricia Calvo.
Además, a los alumnos se les enseña que tienen que almorzar
sentados, a no compartir comidas y a lavarse las manos después de
comer para que no haya ninguna reacción ni contacto con el alérgeno.
“En la clase de mi hijo, tanto la profesora como los niños lo
están haciendo genial”, subraya.
Menores
No obstante, la patología afecta a la vida social de los
enfermos. “Él tiene miedo porque sabe que si se le cae encima algo
de lo que es alérgico o le tocan sin lavarse las manos puede tener
un episodio grave. Muchas veces no quiere ir al parque porque tiene
que estar atento a todas estas cuestiones y se cansa mucho”,
lamenta Patricia Calvo quien afirma que es “difícil llevar una
vida normal, no quieres que le pase nada, pero tampoco podemos vivir
encerrados”. Por todo ello, la información adecuada es la clave
para sobrellevar las alergias y aprender a convivir con ello.
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