El arquitecto Javier Sánchez, profesor del Área de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad de Alicante (UA), propone una revisión de los elementos de la arquitectura de las viviendas actuales para otorgarles nuevas cualidades ante el confinamiento obligado en el estado de alarma provocado por el COVID-19. En la imagen de archivo, durante la entrevista concedida a EFE el 13 noviembre de 2018 en El "encierro" al que nos hemos visto obligados en los hogares por la
crisis sanitaria de la COVID-19, una situación ligeramente aliviada
ahora con el inicio de la desescalada, ha propiciado en la arquitectura
replantearse el diseño de las casas para adecuarlas a posibles futuros
confinamientos.
Dos meses metidos entre cuatro paredes han
motivado, en muchos casos, un cambio en el uso de las estancias de las
viviendas: un comedor convertido en un "gimnasio temporal"; un
dormitorio, en un aula online, o una terraza, en una anhelada
prolongación del restaurante familiar preferido.
Pero la zona de
los domicilios que ha sufrido una verdadera transformación ha sido, sin
lugar a dudas, el balcón o la ventana: de ser un espacio secundario o
"residual" en las grandes y medianas urbes se ha erigido en un
habitáculo de "válvula de escape" e, incluso, en un elemento público muy
importante de conexión con los vecinos más próximos.
A partir de
ahora, confinamiento y habitabilidad de las viviendas permanecerán
unidos en la memoria colectiva de varias generaciones.
Este
contexto alentó al profesor de Erasmus y del Área de Proyectos
Arquitectónicos de la Universidad de Alicante (UA), Javier Sánchez
Merina, a proponer una revisión de los elementos de la arquitectura para
otorgarles nuevas cualidades en un taller online que ha impartido a
quince alumnos de Arquitectura de Isla Reunión, departamento de ultramar
francés, situado en el Océano Índico.
La idea que se propuso a
estos estudiantes está ligada al concepto de arquitectura terapéutica,
del que Sánchez Merina es uno de los artífices en España, al ser el
arquitecto de la primera casa del mundo diseñada para ayudar a la
inserción de un niño autista y construida hace más de un año en plena
huerta murciana, en la pedanía de Cabezo de Torres.
Uniendo
creatividad, arquitectura y pandemia, los alumnos se distribuyeron en
cinco grupos de trabajo y durante casi una semana, debido al
confinamiento, usaron sus hogares como "laboratorios" para explorar
nuevas posibilidades de cinco elementos arquitectónicos: la pared, el
suelo, el techo, la ventana y el balcón, según ha explicado Sánchez
Merina, en una conversación telefónica con Efe.
Algunos de sus
trabajos han sido presentados en vídeos disponibles en Youtube y todas
las propuestas de los estudiantes han sido valoradas por 32 profesores y
expertos de los cinco continentes, que fueron invitados y reunidos de
manera telemática por Sánchez Merina, dentro de una iniciativa de
supervisión docente considerada pionera en este ámbito de la
arquitectura.
Sánchez Merina no oculta su fascinación por el
resultado de los proyectos expuestos por los universitarios, al ofrecer
innovadoras e imaginativas soluciones para estos elementos de las
viviendas en tiempo de pandemia y siendo ellos mismos sus usuarios.
Diseñar
un modelo de techo para recuperar y almacenar, como una especie de
biblioteca, los sueños al despertarnos, dotar al suelo de una
flexibilidad de dos milímetros, como si fuera un colchón viscoelástico,
para sentirnos cómodos al sentarnos o tumbarnos en él o modelar paredes
basadas en el origami o papiroflexia (arte del plegado del papel) para
ganar espacio son algunas de sus propuestas.
Según Sánchez
Merina, "ha sido una experiencia muy terapéutica para los estudiantes.
Hay que ir trabajando en sus conceptos, pero se pueden materializar" en
un futuro, ha apuntado.
"Lo cierto es que la arquitectura ha ido
evolucionando a lo largo de la historia" en función de las
circunstancias del momento, ha subrayado este profesor.
"Así, en
Islandia, las casas de la época de los vikingos eran de reducidas
dimensiones, puesto que carecían de grandes vigas de madera porque este
material lo habían gastado para construir sus barcos" (los drakkar y los
snekkar), ha revelado.
Por ello, su mobiliario era multiuso (la
cama se podría plegar y convertirse en un sillón) y la sala, flexible
(se empleaba no solo como comedor, sino también como dormitorio y sala
de juegos).
Quizás este ejemplo de la historia lo tengamos ahora
más cerca de lo que pensamos y pueda servir de base para adecuar
nuestras viviendas a las actuales y futuras necesidades.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia