La empresa valenciana Linkener realiza una instalación fotovoltaica en el Acuario de Sevilla que permite al edificio autoconsumir el 100% de la energía generada

Las medidas de eficiencia energética implantadas por la empresa valenciana Linkener Renovables en el Acuario de Sevilla permiten una tasa de autoconsumo del 100%, lo que significa que toda la energía generada por la instalación fotovoltaica es consumida por el Acuario.

 

La instalación, realizada en una superficie de más de 3034 m2 en la cubierta del Acuario, dispone de 469 paneles fotovoltaicos, con una potencia total instalada de 225,6 kWp, lo que permitirá al edificio reducir hasta en un 10% su consumo eléctrico, evitando, además, la emisión a la atmósfera de más de 162.35 toneladas de CO2 al año.  

 

Javier Ormaechea, director de operaciones de Linkener, destaca que proyectos como este ponen de manifiesto la apuesta del centro por lograr la eficiencia energética. “Además, desde el punto de vista económico, este tipo de proyectos son rentables por si solos ya que, en un periodo de tiempo de entre 5 y 7 años, la instalación está amortizada y, con un mantenimiento adecuado, es posible superar los 30 años de vida útil”.

 

“En este tipo de edificios, el consumo energético es constante, debido a los sistemas de bombeo, climatización y depuración de agua. Es por ello por lo que la fotovoltaica es necesaria para obtener ahorros en la factura eléctrica”, indica Javier Ormaechea.

 

El Acuario de Sevilla refuerza, así, su compromiso con la sostenibilidad y el cuidado del medioambiente, al optimizar la eficiencia energética en sus instalaciones. Como indican desde el centro hispalense, “para el acuario, la energía solar es un gran aliado. En un enclave privilegiado, con 3.526 horas de luz al año, Sevilla es una ciudad óptima para apostar por la implantación de placas fotovoltaicas que permitan usar el exceso de energía producido por el sol, contribuyendo así a un mundo más sostenible y a luchar contra el cambio climático”.

 

Cabe destacar que, en el 2018, el Acuario de Sevilla fue el primer acuario en certificar su huella de carbono y, desde entonces, ha trabajado en dos líneas: la mejora del Sistema de Soporte Vital (Life Support System) y la eficiencia energética.