Son muchos los conceptos
que han traído consigo los avances tecnológicos y que son concebidos como
cotidianos desde hacer algunos años. Entre ellos destaca la gamificación. Este
término es cada vez más actualizado en la realidad y hace referencia a la concepción
de actividades cotidianas y laborales desde el prisma de juego, estableciendo
metas y recompensas.
La concepción de
conseguir deseos como consecuencia del trabajo bien realizado se interioriza
desde la niñez en millones de personas. Por norma general, las personas son
educadas para recibir recompensas por superar las metas establecidas por sus
padres. Entonces, un niño que se porta bien durante todo el año recibirá
regalos en Navidad y un niño que obtenga buenas calificaciones en la escuela
podrá obtener el regalo deseado.
La
generación Millennial conoce muy bien estos mecanismos que marcan metas a
corto plazo para poder avanzar en el juego. De hecho, al igual que en los
videojuegos o las máquinas tragamonedas online, el compromiso dedicado puede
corresponder a un premio, a niveles pasados o a la posibilidad de desbloquear
escenarios desbloqueables a lo largo de la historia.
Todo ello genera pequeños
momentos de felicidad gracias a la producción por parte del organismo de una
sustancia química liberada en la sangre: la dopamina. Este compuesto tiene una
función decisiva sobre el sistema nervioso simpático al aumentar la presión
arterial y los latidos del corazón como consecuencia de estados de excitación.
La generación de
teléfonos inteligentes está acostumbrada a realizar todas las actividades
diarias, como llegar a un cierto número de pasos por día, beber una cierta
cantidad de agua para depurar y adelgazar, reportar atascos en la carretera, pero
que en realidad son muy importantes para las personas que encuentran la
motivación como
explica la revista Scientific American. Su importancia deriva de tres
factores principales que conciernen a otros tantos ámbitos psicológicos y son
la autonomía en haber conquistado una meta sin recurrir a ayudas externas, el
valor atribuido a la meta que induce a dedicar más esfuerzo y tiempo y, por
último, la competencia perteneciente a todos los que se esfuerzan por hacer más
y mejor.
A través de este
mecanismo de estímulo-recompensa redescubrimos un momento en el que ser felices
y despreocupados. Un momento que no tiene repercusiones graves en caso de
error. Un momento que te transporta a la infancia de la alegría y nadie querría
renunciar a la alegría. Por esta razón un jugador siempre vuelve a jugar cada
vez que tiene la oportunidad de hacerlo, sobre todo a esta tipología de
juegos, ya sea con un teléfono inteligente o una tableta.
A través de todos estos
procedimientos es posible crear un análisis simple pero veraz de los
comportamientos que conducen a la gamificación. Es una forma de volver a ser un
niño y escapar de las ansiedades y miedos que puede crear el mundo exterior.
También se consigue el objetivo deseado en la actividad cotidiana y laboral,
focalizando esta tarea desde un ámbito más lúdico y que ofrece mejores
resultados.
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