Manuel J. Ibáñez Ferriol. /EPDA Se dice de las fiestas falleras que son las mas grandes del mundo. Y es curioso, están dedicados al primer carpintero de la Historia, el Patriarca San José, el padre terrenal del Hijo de Dios. Los valencianos, a lo largo del año habían guardado todo tipo de trastos: maderas, papel, cartón, telas, cacharros, vasijas … que se habían acumulado y lo más seguro es que estuvieran estropeadas. Pero eso a los valencianos no les importaba. Todo se reunía y se aprovechaba en su totalidad. Muy probablemente, entre esos trastos, habían también situaciones del barrio, la calle, la plaza o la rinconada, que solían ser objeto de crítica, cuando resultaban totalmente negativos y para que hubiera un momento ejemplarizante y positivo, se juntaba y se le prendía fuego. La pira de las vanidades servía como reflexión, el ingenio y la gracia se convertían en protagonistas auténticas de la sátira y la crítica que de forma genial formaban (y forman) parte del catafalco fallero, que no solo tiene la función de servir de homenaje sino de traspasar las vivencias sociales, del día a día, y colocarlas en medio para que la visionen todos los que llegan hasta nuestra tierra valenciana.
Quizás para que sea todavía mas grande, la fiesta coloca a la mujer como centro, eje, figura principal y le rinde los homenajes más hermosos: la llena de poesía, flores, aromas, música … todo resulta poco para convertirla en lo más importante de la fiesta fallera. Ella con su belleza, su sonrisa, su porte y elegancia, agradece todo lo que los hombres le rinden y ofrecen. Ella representa a la madre tierra, a la Gea de las antiguas creencias, a la fertilidad, a la que da la vida que lleva en su seno y en el corazón. La mujer es por antonomasia protegida, festejada, querida, admirada y exaltada.
Quizás un detalle que hemos de tener en cuenta, es la profunda espiritualidad que tiene la fiesta fallera. Por un lado, los hombres y mujeres valencianos tienen como Patrón a San José. El hombre humilde, silencioso, trabajador, emprendedor, bondadoso, obediente al Creador, sencillo … tenía todas las virtudes porque su vida terrenal tenía asignado el papel más complicado: ser el padre del Hijo de Dios. Fue para Jesús, ejemplo que pudo imitar. Su vida, intachable, hizo mella, enseñándole al Niño Dios, las cosas mundanas, terrenales, diarias, además del oficio más bello: la carpintería. Con sus manos le fue trazando los más hermosos trabajos: mesas, sillas, estantes, platos, vasos, adornos … todo lo que José sabía, se lo fue legando a Jesús, el cual aprendió a trabajar en las cosas de los hombres de la tierra. José, perteneciente a la casa de David, era paciente, tranquilo, relajado y sobre todo con una Fe fuerte, confiada, amable y sobre todo supo cumplir con el papel que Dios le había designado. Tenemos un gran ejemplo en San José, al cual le podemos imitar en nuestra vida diaria, siendo el mejor homenaje al recuerdo de su figura.
Pero, ¿Qué mas podemos ofrecer a todos los que llegan hasta Valencia que celebra su fiesta fallera? La pólvora realiza su particular sinfonía con aromas y matices propios de la gente que proclama su amor por la paz, la concordia y el buen entendimiento entre todos los pueblos de la Tierra. Su sonido debe servirnos para envolvernos y dejar que penetre recorriendo todos y cada uno de los sentidos provocándonos sensaciones especiales. Los colores, nos ayudarán a comprender todas las representaciones vitales, dejándonos una impronta que no vamos a olvidar jamás. Su perfume nos seducirá, mezclándose ya con el azahar de nuestros naranjos en flor. La música tanto de las Bandas y Charangas como las del Tabal (tambor) y la Dolçaina (dulzaina), nos invitarán a movernos, a proclamar alegría, vida, amor … Con ellas viviremos también nuestro Cant d´Estil, nuestras “albaes o alboradas” que salen de las gargantas de los cantadores mientras reciben las letras de los versadores. Hombres y mujeres que ponen su voz para rendir homenaje de pleitesía, al conjunto de la sociedad.
La gastronomía, es quizás una de las grandes protagonistas de la fiesta fallera. Platos tan típicos como el Arroç en fesols i naps, el arroç al forn (arroz al horno), el rosejat, el arroç en costra (arroz con costra) y nuestro plato mas internacional: la paella. Para entretenernos entre una comida y otra, tenemos los ricos buñuelos de calabaza y el exquisito chocolate cremoso, una delicia para todos los paladares. Y cómo no, si la temperatura es cálida, nuestra rica Horchata.
Ofrecemos belleza, color, bienestar, diversión, reflexión, ingenio y gracia, sátira … todo es poco para hacer de las Fallas la Fiesta más grande del mundo. La indumentaria, que viste a la mujer con ricas sedas, telas y brocados, y al hombre con esos trajes de saraguell o torrentí, hacen que la fiesta sea única, irrepetible y tremendamente hermosa. Las valencianas tienen un homenaje muy particular que no es otro que ofrendar sus flores a la Virgen de los Desamparados, la Patrona, a la cual le pedirán por sus cosas diarias: salud, trabajo, amor, sencillez … El mejor homenaje para la Madre de Dios.
Que el arte de los monumentos y catafalcos falleros penetren en nuestras vidas, y que nos hagan reflexionar para ser verdaderos agentes de cambio, a favor de la Paz, que nos es tan necesaria. Quememos todo lo malo para que de las cenizas cual ave fénix surja de nuevo la vida fallera. Felicidades Valencia.
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