Jaime García.
¿Hasta
cuándo, Sr. Mas, abusaréis de nuestra paciencia?…Los españoles
estamos hartos de sus marrullerías políticas. Usted y su
cuadrilla son culpables de lo que ocurre en la Autonomía Catalana.
Todos sus gestos y palabras amagan torcidas intenciones contra
el resto de España, porque Cataluña, diga usted lo que diga y haga
lo que haga, es un noble trozo de ella. Mire, Sr. Mas, lo poco
gusta y lo mucho enfada. Estamos más que hartos de sus trapacerías.
Usted y sus compadres se han tirado la manta al cuello y abusan de la
tolerancia de nuestro gobierno y de la indolencia de otros partidos.
España se ha hecho a base de muchos esfuerzos, sacrificios y vidas.
No vamos, pues, a permitir que un grupo de fanáticos insolentes
burlen la justicia, abucheen al Rey y piten ostentóreamente a
nuestra bandera.
Lo
que usted intenta, Sr. Mas, es una baladronada, parecida a la que
intentó en 1934 el Sr. Companys. Recuerde cómo terminó
este señor y recuerde también quién acabó con aquella
desafección de Cataluña. Fué el presidente socialista de la
II República Sr. Azaña. Desde entonces ha habido mucha paciencia
en los gobernantes para calmar los ánimos de unos políticos
descerebrados. Pero la paciencia tiene su límite y todo tiene
un punto final. No podemos permitir que usted y su tropa estén
todos los días lanzando dardos altaneros e insultantes contra
lo español. Amenaza con crear moneda propia, formar su propio
ejército, disponer de embajadas, hace oídos sordos a los
Tribunales de Justicia y se ríe y mofa de nuestro gobierno. Usted
está en franca rebelión e insubordinación. Muchos españoles, con
muchísimo menos, están hoy entre rejas. Usted sigue con su risita
sardónica y despreciativa a todo lo español. Recuerdo que
Negrín en 1937, enfadado por el comportamiento del gobierno
Catalán, manifestó que, antes que aguantar un gobierno de
tal calibre, preferiría a Franco.
Sr.
Mas, están ustedes hoy inaguantables como lo estuvieron en la
II República. Desde Castelao a hoy todos afirman que el
separatismo es una idea anacrónica. Pero ustedes, erre que erre.
Adoptan una aptitud chulesca y de desprecio a todo lo español.
Somos miles y miles de españoles los que saltamos indignados el día
de la final de la Copa del Rey, cuando, al iniciarse el himno
español, los catalanes presentes en el campo pitaron y abuchearon al
Rey y a nuestra Bandera. De verdad que no les entiendo. ¿Deseaban
ustedes ganar la Copa del Rey?... ¿Cómo se explica, pues, que
pitaran al propio Rey que representaba tal Copa? Vivimos en una
sociedad zaherida por los complejos. Ignoro lo que algunos partidos
pretenden al pedir que se modifique nuestra Constitución.
¿Pretenden con ello dar salida a la independencia catalana?...
¿No?... Pues ¿A qué viene decir que urge el cambio
constitucional?... Otros políticos se han sacado un as de la
manga. De esta manera ni dicen sí, ni dicen no, como la “tarara”.
Ofrecen como solución sustituir el Estado Autonómico por un Estado
Federal. Para ellos, tal cambio, es el bálsamo de Fierabrás. Les
recuerdo que el Federalismo se estructura en pleno acuerdo con
el Estado Central. Sus poderes son delegados por el poder del Estado.
En el Art. 72 de la Constitución Alemana se dice que el fundamento
del sistema federal descansa en la supremacía y prevalencia del
Estado. Y en el Art. VI de la Constitución de Estados Unidos se
afirma que la Leyes del Estado son la suprema Ley de los Estados
Federales. Me pregunto si ese federalismo del que hablan ciertos
partidos, total y absolutamente ligado a las Leyes del Estado,
será modelo de agrado de los Independentistas Catalanes. Estoy
plenamente seguro que tal modelo federal no va a ser de su
agrado, pues no les permite ser independientes. Los catalanes no se
contentan con medias tintas. O les ofrecemos un Estado independiente
o consideraran cualesquiera otras soluciones puras zarandajas.
Ya
veremos cómo termina esta histeria catalana. Se dice que el que
calla otorga. Otros afirman que callar es de sabios, pero Alan de
Benois dice que callarse equivale simplemente a aumentar el
poder de quienes hablan. Creo que hay que dar un puñetazo sobre la
mesa y no permitir una autonomía delirante y engreída que anda como
pollo sin cabeza.
Como
pueblo libre no podemos permitir que nadie nos tome el pelo.
Ojalá muy pronto los catalanes, que se sientan españoles,
salgan de su armario y manifiesten públicamente su españolidad.
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