El Gat Negre cerrado durante estos días. EPDA.
Cierre de la hostelería. EFE.El mes de enero ha acabado en un silencio profundo para el sector hostelero: miles de persianas han vuelto a bajar en la Comunitat Valenciana ante el aumento de contagios por Covid-19. El pico de la tercera ola parece no llegar. Mientras, los locales del Camp de Morvedre echan cuentas en un escenario complejo, que se suma a la falta de turismo, de ayudas y de perspectivas.
“Esperábamos esto, era previsible después de Navidad, porque las restricciones no eran muy fuertes y sabíamos que en una tercera ola lo pagaría otra vez la hostelería”, lamenta Mario, propietario de El Gat Negre en Faura, y el Casual Restaurant en el Puerto de Sagunto. Tras las fiestas tuvo claro que era el momento del cierre y, adelantándose a las palabras de Ximo Puig, decidió dejar de servir: “La gente comenzaba a concienciarse de que era peligroso salir, por lo que la afluencia bajó mucho”.
Tampoco se oirá el lunes a ningún cliente pedir su ración habitual en el Mediterráneo Beach Club, situado en Canet de Berenguer. “Después del verano, el local va con lo justo, y si se alarga esto el negocio peligra mucho”, señala Miguel Ángel, su propietario. Cuenta que se encuentra en un momento de incertidumbre absoluta, porque no sabe cuánto tiempo durarán estas medidas, y si debería comenzar a pedir peticiones de ERTE para sus empleados o esperar: “Somos seis trabajadores, hay muchas familias en este negocio”. Son algunos de los miles de trabajadores que paralizarían su actividad en este periodo, como señalan los datos de ocupación. El Informe de Comisiones Obreras concluye que el empleo en la hostelería valenciana del tercer trimestre de 2020 ha disminuido un 13,7% respecto al año anterior.
El peso en la economía
Datos preocupantes si se tiene en cuenta que, según el mismo documento, la hostelería representaba el 6% de todo el valor añadido bruto generado en la Comunitat en 2018 y más del 8% del empleo. “Entendemos que la situación es mala, pero la hostelería es la que más está pagando las restricciones, cuando mayoritariamente ha cumplido las normas y ha sido segura”, defiende Mario. Según el propietario, la facturación anual ha sido la mitad que la del año pasado y, aunque piensa que pueden aguantar estos últimos obstáculos, confiesa que será complicada su continuidad a largo plazo: “Era una empresa que estaba saneada, y ahora hemos tenido que pedir créditos”.
“Habrá gente que en su momento ya pidió créditos para mantener el negocio, y hay un límite. Estoy seguro de que muchos restaurantes no van a volver a abrir, porque no es una situación nueva, sino que ya la llevamos arrastrando un año”, sentencia el responsable de El Gat Negre. Para él, gran parte de la responsabilidad de la situación no reside en los locales y las medidas que se toman, sino en los propios clientes. Cuenta que tras el anuncio de las restricciones en el número de comensales por mesa en Navidad, algunos cancelaron la reserva en su restaurante: “Esas personas lo celebraron en sus casas y nadie controló cuántos eran. Creo que ahí ha estado el problema”.
Miguel Ángel entiende el peligro que supone la hostelería en la situación actual, “la gente entra a los restaurantes y se quita la mascarilla”, pero no entiende por qué los centros comerciales y el transporte público tienen muchas menos restricciones. Para Paloma, propietaria de Sopa Frita, un gastrobar en Sagunto, también ha estado en la forma de comunicar las nuevas medidas, pues la falta de antelación ha perjudicado a muchos propietarios. Ellos habían decidido cerrar el gastrobar el día 8, alertados ante una “situación que se asemejaba cada vez más a la de marzo”. “El tema de los proveedores lo dejamos zanjado unos días antes, pero siempre pasa lo mismo, las medidas se toman del jueves para el sábado, y da la sensación de que están improvisando. Hay gente a la que le ha pillado con las cámaras del restaurante llenas”, añade.
Comida para llevar
Muchos comercios han optado por sustituir los platos por las cajas de cartón, y encarar los siguientes días como negocios de comida para llevar. No obstante, el bajo volumen de ventas de muchos comercios locales hace que esta opción tan solo sea factible para las cadenas de alimentación. “Es más viable realizar un ERTE y cerrar el local que preparar comida para llevar. No es factible para nosotros ni para muchos restaurantes”, defiende el propietario de Faura. Lo mismo opina Miguel Ángel: “Pagar seis sueldos, la luz, el gas...no te da para abarcarlo todo”. Ambos están en un grupo de hosteleros del Puerto de Sagunto, con el que pretenden organizarse para reclamar ayudas.
El cierre total de la hostelería, que en principio durará hasta el 15 de febrero, tiene su explicación, según el president, en
la intensificación de los contagios, en gran medida debido al contacto social. “Adoptamos estas medidas, que tienen un gran impacto en la vida de muchas personas, con dolor, con preocupación por sus efectos y dispuestos a compensar a los más afectados”, señaló. Consciente de las repercusiones de esta decisión, prometió poner en marcha mecanismos económicos, que luego se materializaron en el Plan Resiste, anunciado a finales de febrero. Este Plan debería repartir 160 millones de euros entre los sectores más afectados, divididos en ayudas directas de dos mil euros entre autónomos y empresas.
Plan Resiste
No obstante, Sagunt se beneficia de 1.730.205 euros de dicho plan, con una partición que a la propietaria del gastrobar le resulta insuficiente teniendo en cuenta todos los gastos a los que se enfrenta, sumado a la menor facturación de las fiestas navideñas. “Dos mil euros realmente no dan para mucho cuando tienes que pagar las tasas del Ayuntamiento, el agua o la electricidad. Es una situación peliaguda, que nos genera estrés y ansiedad”, lamenta. También advierte de que hay muchas empresas que “van más al día” y que contaban con los ingresos de estas semanas, por lo que no podrán hacer frente a la situación.
Para Paloma, lo mejor sería contar con un plan de ayudas directas mayor, y pone a Alemania como ejemplo de buena gestión de la crisis sanitaria y económica: “Allí han cerrado la hostelería, pero les han dado un 75% de lo que facturaron el año pasado, para que así cuando todo pase puedan abrir”. Defiende su lugar dentro del engranaje actual: “Aunque las grandes multinacionales son importantes, las pequeñas y medianas empresas son el pulmón de la economía”. Critica que, tras el confinamiento, fueron muchos los discursos sobre la reactivación económica y las ayudas, pero que estas llegaron tarde. Mario, por otra parte, tan solo ha podido beneficiarse de las ayudas durante el confinamiento: “Después han habido restricciones de aforo y de horario, y durante ese tiempo las ayudas no han llegado”.
Otra de las críticas que comparten estos hosteleros es la obligación de pagar las mismas tasas e impuestos que en años anteriores, cuando aún se desconocía el significado de la palabra SARS-Cov-2. “Los impuestos municipales se tendrían que haber modificado acorde a las restricciones que había -se queja el propietario- porque es inviable para cualquier empresa tener un tercio de los ingresos y seguir manteniendo a la plantilla con los mismos impuestos”. Una tensión entre el gasto público que supone la pandemia y la falta de ingresos de los tributantes que, según los hosteleros, cae del lado de las pequeñas empresas.
Protestas del sector
El jueves 28 muchos de los hosteleros volvieron a manifestarse en València en una caravana de protesta contra las medidas bajo el lema “Somos más que hostelería” y “Nos morimos de hambre”. Esta manifestación, organizada por Ashocas, se situó frente al Palau de la Generalitat en un intento por ser escuchados. No obstante, algunos de los propietarios no piden que se reabran los locales, porque entienden la problemática actual, sino que exista una buena respuesta por parte de las instituciones. “Preferimos un cierre a que desmotiven a la gente a ir a los bares y restaurantes, porque exigir un aforo muy limitado y señalar los peligros de ir a comer es un cierre encubierto”, concluye Mario, defendiendo que ese cierre tiene que ir respaldado “por unas ayudas, que ahora no están llegando”.
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