Carles Arques./EPDA En tiempos de populismo
exaltante como los que vivimos, que además están siendo agravados por la crisis
de la covid19, la guerra y la inflación se pierde el debate racional y de
propuestas. Las redes sociales aumentan el contenido visceral a través del
tweet rápido, el me gusta fácil y el exceso de sobreinformación provocando saturación
y generalización respecto a todo.
La máxima de los
populismos siempre será la de confundir, crispar y enfrentar en tiempos de
crisis para “pescar en rio revuelto”. Podría seguir utilizando muchas más
líneas para describir cómo el populismo ha penetrado en toda nuestra sociedad y
algunos medios le ayudan en su contaminación. No obstante, voy a utilizarlas
para hacer una defensa de la política, la gestión y la gente que decide dar el
paso para implicarse en la política local por hacer de su pueblo un entorno
mejor.
Es impensable dar la
vuelta atrás y ver qué hubiéramos hecho en los meses más duros de la pandemia y
en el proceso de vacunación sin los alcaldes, las alcaldesas, los y las
concejales de cada uno de nuestros municipios. La atención ciudadana repartiéndose
las mascarillas puerta a puerta, la tramitación de las ayudas directas a
empresas, pymes y trabajadores, la organización logística en el proceso de
vacunación, la información permanente a pie de calle y ahora, el papel clave en
la implementación del plan de recuperación y la política social al servicio de
la ciudadanía.
Es más, ¿qué sería de la
calidad de nuestro Estado del bienestar sin la atención de la administración
local? ¿Cómo se mantienen las infraestructuras, limpieza y actividades en
nuestros municipios? ¿Por qué se transforman las políticas públicas en los
ecosistemas locales? Cuando la ciudadanía requiere una atención directa ¿a quién
se dirige? Estas preguntas no tendrían respuestas si no existieran los equipos
de gobierno a nivel local compuestos por los alcaldes, las alcaldesas y las concejalías,
representados por personas. Además, en su inmensa mayoría compatibilizan la
vida social, familiar y la política dejando por un tiempo su vida profesional a
un lado.
En mi opinión, sean del
partido que sean, toda persona que ha dedicado, dedica o dedicará lo más
valioso que tenemos el ser humano, que es el tiempo, a la política municipal,
se merece todo mi respeto y admiración. En primer lugar, porque ha decidido dar
el paso a lo más complicado, que es tomar decisiones, lo segundo, por la
valentía de hacerlo desde el municipalismo y lo tercero, por aportar en lo colectivo.
Al mismo tiempo, defiendo
la asignación económica a cargos políticos a nivel local en nuestro país desde
el municipio más pequeño al más grande, que se rige por la “Ley Orgánica de
Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera (LOEPSF) o la Ley de
Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local (RSAL) aprobadas en
los años 2012 y 2013” y esa asignación es aprobada en el primero pleno de
legislatura por la corporación municipal. Hay tres motivos de peso: por la
defensa del valor añadido en la gestión municipal, la garantía democrática y la
dedicación de lunes a domingo que conlleva el cargo.
Y sí, lo afirmo, sean del
color que sean, ya que la liberalización de cargos políticos en la
administración es necesaria para legislar y ejecutar con altos estándares de
calidad las políticas públicas. Evidentemente, también para ser criticados,
evaluados y fiscalizados como corresponde por ley y derecho ciudadano. La
importancia de los líderes locales y regionales a lo largo de esta crisis esta
siendo relevante para ayudar a mejorar la vida de los ciudadanos en todos los
municipios de la UE.
Cualquier encuesta que ha
consultado la opinión que tiene la ciudadanía de los gobiernos locales ha sido
positiva. Además, la acción local tiene más sentido que nunca, porque es la
primera administración que conoce las necesidades de las personas. Como
euromunicipalista convencido que soy, me encontrareis siempre en la defensa y
la construcción de lo local como uno de los principales garantes de nuestra
democracia.
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